lunes, 3 de septiembre de 2012

Recuerdos de Huallanca :

EL CANDIDATO

Por: Octavio Durán López

El mejor archivo que existe en los pueblos es la tradición oral que es trasmitido de generación en generación y perdura en el tiempo con algunas variantes pero conservando la esencia de los acontecimientos.
Durante la época que permanecí en la Benemérita Guardia Civil tuve la suerte de conocer muchos pueblos andinos donde la evocación al pasado era materia de conversación en  las reuniones  sociales, precisamente en Huallanca un personaje que era mi amigo, conocido por sus ocurrencias, me relató el siguiente hecho:
Se dice que hace muchos años atrás, el gobierno de turno convoca a elecciones generales para que el pueblo elija a sus representantes ante el Congreso de la República y participan dos candidatos disputándose una curul en la cámara de diputados, por diferentes partidos. Un candidato era natural y vecino de Huallanca y su contrincante de La Unión y querían representar a la Provincia Dos de Mayo, ambos realizaron su campaña visitando los distritos y centros poblados, ofreciendo trabajar en proyectos para sacar adelante a la provincia.
Llega la fecha para el cierre de la campaña y el candidato de La Unión se dirige a sus seguidores expresando su posición y haciendo a la población un pedido con estas palabras: “Espero sus votos para cumplir mis promesas y no voten por ese otro candidato que es un shampu lagua” causando risas en la forma despectiva en que se expresaba.
El candidato Huallanquino se entera del tono burlón empleado por su contendor y dirige sus últimas palabras a sus seguidores:
“Acabo de enterarme que mi contendor ha pedido a la población que no voten por mí por ser un shampu lagua. ¡Qué se ha creído para hablar de esa manera!, mi respuesta es, que tampoco ustedes voten por ese vecino de los chamicados y más aún vecino de racapa urcun”, causando hilaridad en los concurrentes.
Concluido las elecciones y enterado del resultado el Huallanquino muy indignado se apersona ante el Jurado Provincial y en voz alta reclama:
- “¡Señores del jurado!, quiero una aclaración:
- Está bien que mis paisanos no hayan votado por mí,
- Acepto, que ni mis hijos, ni mi familia hayan votado por mí,
- Pero,…  ¡¿dónde está mi voto?!”
Aquellos tiempos no votaban las mujeres ni los iletrados y fue un acontecimiento de la “democracia” de turno… ¿Sería cierto?