martes, 7 de septiembre de 2010

Opinión :

Gobiernos locales
Luis Antonio Paúcar Solís
Esta claro que los gobiernos locales se han convertido en el eje sobre el cual gira el poder político,económico y social. No sólo son los recursos que se percibe por tributos mineros, fondo de compensación municipal, o los aportes voluntarios de las empresas mineras destinadas a los programas de responsabilidad social y apoyo social; sino la pasividad, tolerancia y la indiferencia con que los pobladores miran el deterioro moral de sus pueblos.

Los millonarios presupuestos que como pueblo tenemos, nos han generado conflictos entre paisanos, y una lucha desesperada por alcanzar el poder de nuestros candidatos; ha generado errores conocidos, como el ofrecer obras inviables, irrealizables e irreales; pero todo esto se debe a la falta de institucionalidad política,

Estamos convencidos que de las siete agrupaciones que, hoy se encuentran en carrera para asumir al sillón municipal, luego del tres de octubre seis habrán desaparecido. La falta de partidos políticos que formen conciencia, compromiso, doctrina y vocación de servicio; hace que ser alcalde se convierta en un negocio donde el que gane será el que mayor clientela tuvo.

La crisis política en Huallanca se debe a la corrupción (entiéndase por corrupción todo acto inmoral y fuera de las normas establecidas, y no exclusivamente cosas penadas por ley), porque los actores políticos no aceptan o no conocen las reglas de un sistema democrático, donde quienes ejercen cargos públicos tienen el deber moral de dar cuenta de sus actos a quienes los eligieron.

Todos estamos convencidos de que la corrupción es un virus capaz de lesionar los gobiernos, desacreditar instituciones públicas y privadas, así como socavar al pueblo y frenar su desarrollo, genera una crisis de credibilidad, la idea se generaliza los grupos políticos solo buscan el beneficio propio y el de su grupo.

La problemática del desarrollo tiene muchas aristas, en su mayoría desatendidas por la falta de visión, de hábitos que nos permitan trabajar de manera conjunta y coordinada en la búsqueda del objetivo común que es el desarrollo y el bienestar de nuestra gente.

Pero mientras no seamos capaces de notar que el principio de identidad, de compromiso, de unión familiar, de vocación de servicio, son el camino para el desarrollo, nunca vamos a despegar como pueblo, ni hallaremos el camino verdaderamente estable y sostenible.

Tenemos que cambiar de actitud, porque parecemos un pueblo resignado a moverse entre la queja y la contemplación.