sábado, 10 de noviembre de 2012

Recuerdos de Huallanca:

SOBRENOMBRES
Octavio Durán López
En los pueblos  del  Perú es común que las personas tengan un sobrenombre por diferentes motivos, puede ser por tradición familiar, por alguna característica relevante o alguna ocurrencia, etc.En 1967 me encontraba trabajando en el Puesto de la Guardia Civil de Huallanca y en horas de la mañana de un día del mes de enero me encuentro en la Plaza de Armas con el Sr. Roque Martel que era el jefe de la Oficina de Correos quien en forma alegre se acerca y me da un abrazo diciendo:
Huallanca -1970
“¡Felicitaciones por el ascenso!”.
A estas palabras le contesto: Don Roque, “el día de los inocentes ya pasó” y el amigo me replica:
“He recibido un telegrama de Lima en el que le comunican este hecho y lo he enviado al Puesto”. Al llegar al local policial el vigilante de puertas me felicita y me entrega el telegrama con el que la Dirección de Personal de la entonces Guardia Civil, hacía conocer que había ascendido al grado inmediato superior por Alta Nota y al poco rato otra comunicación telegráfica ordenaba que viajara a la ciudad de Huánuco para la ceremonia de imposición de galones a todo el personal ascendido.
Después de la ceremonia, el Comando ordena que trabaje en Huallanca como adjunto al Comandante de Puesto que era el buen Sargento 2do. Don Augusto Llanos Llanos, y para darme posesión de cargo llegan el Teniente GC Jefe de Sector y el Alférez Jefe de Línea de La Unión.
Al acto protocolar asistieron un buen grupo de civiles huallanquinos, y lo que nunca supe es quién tuvo la ocurrencia de ponerme de sobrenombre “LLULLU CABO” (Cabo bebé), pues fui el cabo más joven del Perú por exámenes y este sobrenombre trascendió a otros distritos de la Provincia Dos de Mayo y Huamalies.

Queropalca y  el Yerupajá
Al poco tiempo se crea el Puesto de la GC de Queropalca y la Superioridad ordenó que me hiciera cargo del comando de dicho lugar. Una vez inaugurado el Puesto, al día siguiente en horas de la tarde me puse a contemplar la cordillera del Yerupajá y evocar mis gratos recuerdos de Huallanca y su buena gente, en especial a una dama que me había prendado el corazón. En esas circunstancias, se me ocurre hacer un viaje relámpago a caballo por el camino de herradura y llegando a Huallanca a media noche, procedo a despertar a mis amigos de noches de serenata que eran: Eugenio Córdova (Pico), Carlos Barrenechea(Callín) Horacio Pozzo(Oro), Nicolás Gamarra (Nico) y otros con quienes dimos nuestras acostumbradas serenatas, entre muchas canciones recuerdo un huayno que decía:
 Cuando me fui de tu lado,                      Yo te quiero como a nadie
amada mía.                                              había querido.
Solo un llanto atormentaba                    Ya no dudes prendía mía,
mi fiel mirada.                                         yo soy tuyo.
Comprendiendo mi desdicha                  Las promesas que te hice 
al verme solo.                                         son muy ciertas.
                                                                      Fuga
Lejos y ausente de tu lado,                    A la distancia te quiero más,
prenda querida.                                     a la distancia no te olvidé.
Loco mi alma se agita                           Perdonaría cualquier ofensa,
por verte pronto (bis)                            pero olvidarte eso jamás.

Al concluir la serenata a las damas huallanquinas, monté mi caballo y retorné a Queropalca donde llego a las ocho de la mañana; en total fueron más de nueve horas de cabalgata en una noche azul llena de estrellas. Al poco tiempo me entero que en una reunión comentaron la ocurrencia y a uno de los participantes que era mi amigo Pepe Matos había dicho: “O sea que es un perfecto “MACHO VOLVEDOR” y la gente me llamaba por este apodo que reemplazó al “llullu cabo”.

Tiempo después, me entero que una dama era problema en su casa por su carácter agresivo, pues sus familiares se acercaron al puesto a pedirme que conversara con ella, a lo que accedo; tuve varias entrevistas, enterándome que su cambio de carácter se debía a una decepción amorosa. Transcurrido algunos días, la señorita vuelve a ser la chica alegre y amable con sus familiares y amistades, pero la ocurrencia de los amigos era grande y me ponen el sobrenombre de “JAMPI CABO” que significa “Cabo que cura.”