Criticar y participar
Por: Luis Antonio Páucar Solís
Casi siempre comentamos: ¡Qué mal está el alcalde!, qué mala elección; una vez más los huallanquinos nos equivocamos; debió haber hecho esto, aquello. En unos minutos de sueños, ilusiones y un poco de filosofía, solucionamos el problema de Huallanca, luego comentamos; nuestras autoridades son unos ladrones, corruptos, inmorales, unos títeres. Entonces al juzgar tan duramente y dar una opinión fácil surge la pregunta ¿lo habrías hecho mejor?, ¿qué hubieras hecho?, tal vez esto, aquello, sería la respuesta; pero nada de lo que dices será posible, pues no tienes el poder.
Si creemos que nuestras ideas valen la pena, que pueden ayudar a nuestro pueblo, a nuestros conciudadanos, entonces por qué no tratarlos de poner en práctica y participar más activamente en la vida política de nuestro pueblo. Muchos diremos: no tengo tiempo, la política es sucia, hay que sujetarse a grandes intereses, y si mis amigos y la sociedad empieza a tenerme cólera, a rechazarme, no quiero tener problemas. Si crees en tus ideales defiéndelos aunque esto va a significar que todo el mundo te rechace.
Los grandes ideales son meras fantasías, poemas que se recitan, versos que sólo sirven para endulzarnos la boca y comentarlo en la plaza de armas, en una cantina, o en una reunión social; pero siempre habrá ricos y pobres, explotadores y explotados, unos que mandan y otros que obedecen. El asunto no es nada fácil pero siempre hay un comienzo, especialmente para los idealistas. Es el momento de que gente buena entre en política por razones correctas, y les invito a limpiarle la cara a una actividad que fue manchada por la corrupción, el robo, las promesas sin cumplir y el engaño.
No seremos grandes oradores, gente famosa o adinerada pero si deseamos que las cosas cambien es suficiente empezar con querer, la voluntad por hacer las cosas bien es tan poderosa que puede vencer al miedo, la cobardía, y al egoísmo. Vamos a comenzar denunciando las injusticias, los actos de corrupción que saltan a la vista y no hay necesidad de buscarlos, (enriquecimiento ilícito, malversación de fondos, etc.).
Vamos a agruparnos con gente que comparta nuestros ideales y formar asociaciones civiles, vamos a convocar a los ideólogos para plasmar en un papel el ideario político de horas y horas de charla en la plaza de armas, en la esquina, o en alguna reunión social.
Si no participamos de ninguna forma en política entonces no nos quejemos, no critiquemos más tarde a los que si se atrevieron a hacerlo, ya sea por arribismo, oportunismo, egoísmo, codicia, ambición o simplemente por interés social. Seremos cómplices o colaboradores pasivos en la construcción o destrucción de nuestro pueblo. No podemos ser siempre un idealista ni un mero testigo, sino un actor apasionado de lo que ocurre en nuestro entorno, y estar consientes de que no siempre seremos los más populares, si no que al ir en contra corriente nos llevará a formar parte de los inpopulares.