¡ UN MOMENTO DE REFLEXION ¡
Por : Luis Antonio Páucar Solís
La riqueza se acumula en pocas manos que generan desigualdades, debido a la falta de mecanismos de redistribución de la inmensa cantidad de riqueza que Dios ha puesto en nuestras tierras. Llega a ser intolerable, esto provoca tensiones, crisis social, paros, huelgas, y nuestras instituciones empiezan a perder el apoyo cívico de la ciudadanía, y por si fuera, poco nos olvidamos de la solidaridad. La difusión de valores mercantilistas en todos los aspectos de nuestras vidas, los sobornos, los diezmos, la corrupción de funcionarios en todos los ámbitos de nuestra sociedad no hacen más que confirmarnos que vivimos en un estado de decadencia social.
En vez de un pueblo próspero con una sociedad abierta y democrática estamos asistiendo a la creación de una sociedad corrupta, mercantilista; pero ¿hasta cuándo podremos resistir este grotesco sistema, donde la corrupción es el aire que respiramos y donde el éxito sonríe sólo a los dirigentes comunales, autoridades, dirigentes o allegados de este poder político, más desalmado corrupto y cínico?. Hoy hemos convertido el éxito económico en valor supremo de nuestra sociedad, y el dinero se ha convertido en el factor determinante de nuestros valores, de la maldad o bondad de cualquier operación o acto, el respeto o desprecio que se merecen las personas, las empresas y hasta los países está determinado por la cantidad de dinero que tienen.
Hoy, aunque no lo crean, vale más el éxito, el tener dinero no importa cómo ni de dónde lo sacaste. Los principios y valores morales que antaño nos enseñaron quedaron simplemente en el olvido, y como alguien lo dijo, hemos deshumanizado nuestras relaciones personales. En este tipo de sociedad hemos debilitado a nuestras familias y hemos convertido nuestras vidas en una rutina agobiante dictada por el querer tener dinero y competir por el éxito.
El éxito no solo debe ser visto como la libre competencia donde quién acumula más dinero es el que más éxito tiene, sino debe ser un sistema legal que garantice los principios morales, los valores, el respeto a los demás, al medio ambiente, y el derecho de todos de vivir en una sociedad donde lo fundamental sea la familia.
Esta injusticia social crea alianzas mafiosas entre las autoridades, los empresarios, los dirigente comunales quienes llenan sus arcas familiares de riqueza, y al pueblo le reparte pobreza o migajas de lo que sobra, y crean dentro de su círculo sistemas autoritarios, a veces explícitos, a veces encubiertos, si no vayamos a ver quiénes se reparten la presidencia de las comunidades campesinas, quiénes son los eternos dirigentes, los mismos de siempre, ellos son autoridades, dirigentes comunales, empresarios, asesores, quiénes firman convenios y condicionan a las empresas mineras.
Acá me quedo porque lo que menos quiero es poner nombres en este pequeño artículo, que solo es una reflexión.