jueves, 24 de mayo de 2012

Comentario:

La ilusión del fútbol
Por: Rolando Marcos Picón
El fútbol como deporte es mucho más que dos clubes, son cientos de personas más, son los niños desde las tribunas quienes sueñan en algún momento estar dentro del gramado, cociendo cinturas con una finta, haciendo el mejor gol, la mejor gambeta, el que sueña ponerse un día una de esas camisetas de los equipos de Huallanca: del Echa Muni, Repre corazón, del Huracan Toma, del Alianza, Santa Rosa, Huaricashash, del Unión Huallanca, (a propósito, qué será del equipo de Colegio Mariátegui), para poder defenderla con mucha pasión e ilusión, salir del campo de juego entre aplausos y hurras; es dejar de correr los sentimientos y echar a volar nuestras ilusiones.
Huracán Toma-1999

Pero el hábito de perder se ha hecho común en nuestro país, pierde la selección de mayores, los jóvenes de la 17, de 15, pierde en Huallanca el Echa Muni por 13 a 2 frente al equipo de Huaricashash , pierden los hinchas, los dirigentes , parece que nadie escapa a este hábito, y parece que nos gustara.
El fútbol es una desgracia, pero entonces qué es lo que nos hechiza para volver a los estadios o estar prendido frente a nuestros televisores, nos gritan ole, ole desde que salimos al campo de juego, somos el hazme reír, es que para el fútbol no hay liberales ni conservadores, blancos, cholos, ni negros; el fútbol nos arrastra a todos, nos une, nos separa.

La hinchada como siempre estará esperando el gol con su vaso de “chela”, gritando, maldiciendo o recordando a viejos jugadores que sí la rompieron: Huaso, Sagra, Rojitas, Panco, Blanco, Pablo Tarazona, Payaso Rojas, Shona, y muchos más de las últimas décadas. Saldrán las anécdotas, mientras en el campo están los macheteros, aquellos que son mas fuerza que técnica, los del juego bonito buena técnica y sobre esfuerzo, los del buen toque, de la buena jugada, los del gol los maestros, los cacarancheros, los quimbosos.
Deportivo Municipal - 2005
Este enfrentamiento del cuerpo a cuerpo, del roce, de los codazos, de las patadas disimuladas, del insulto provocado, y escupitajo en el grass, se acompaña desde las tensiones y gritos desde la hinchada, la desesperación y la impotencia, de la ansiedad y los tragos cantineros.

Después de los 90 minutos este disfrute continua, por un empate, una derrota, o un triunfo, con unas cuantas cervezas se aplaca las sequedades, se mitigan las penas, se repiten las celebraciones por el gol marcado, o la tristeza por la frustración del casi casi. Para poder volver el siguiente domingo con la ilusión de que nuestro equipo triunfe, esta ruda naturaleza del fútbol nos ofrece la oportunidad de sentirnos identificados con nuestros equipos, y sentirnos huallanquinos, aún por encima de los problemas y barreras que nos dividen.