Perú, un país polarizado
Rolando
Húbner Marcos Picón
Si sólo dependiera de la oposición, el
presidente Pedro Castillo, podría haber sido vacado hace rato, y quiénes
creyeron que la izquierda haría un gran gobierno. Ven como día a día el
liderazgo del presidente se va eclipsando y cada día la desaprobación es mayor,
pero en esta guerra declarada entre ambos poderes del estado (el ejecutivo y
legislativo) es porque en la puerta del horno se les quemó el pan a quiénes
pensaron festejar por todo lo alto gobernar el país en el bicentenario.
Ninguna transición es simple, más aun en
un país polarizado como el nuestro y cuando se ha ganado o se ha sido elegido
por poco margen la elección, como todos sabemos Pedro Castillo alcanzó el
50.13% de los votos válidos, mientras la candidata fujimorista 49.87%. En ese
contexto el gobierno empezó con la mitad de la población en su contra, y
conforme pasaban los meses la obstrucción del congreso, la campaña de
desprestigio y el papel de la prensa; pone en riesgo a todo el sistema
democrático.
Lo que sorprende es que de nuestros
políticos, nadie se ha jugado por consolidar algo parecido a una alianza a
convocar frentes capaces de unirnos como peruanos y trabajar lo que se llama la
“agenda país” todos se han dedicado a enumerar las debilidades, ineficiencias e
incapacidades del gobierno, pero nadie ha hablado de cómo salir de esta crisis
que desespera, que se agudiza, cual es la tarea del gobierno, poder legislativo
o mejor de toda nuestra clase política.
Entonces las preguntas llegan: ¿Por qué
ha descendido tanto la aceptación presidencial? Los errores o la puntería a la
cabeza de gobierno comenzaron desde que ganó las elecciones en medio de una
crisis sanitaria y económica y no realizó un balance que demostrara la
fragilidad del país que se heredaba, no se hizo ese deslinde, y el actual
gobierno tiene que cargar con muchas culpas ajenas, de gestiones de una o dos
décadas pasadas. Tampoco se evaluó correctamente la seriedad de los problemas
sociales que se habían ido acumulando durante toda una década, más aun en estos
últimos tres años que hemos sido golpeados por la pandemia y de un manejo
inadecuado de las demandas de la gente, sin trabajo, con un sistema de salud en
crisis y sin ningún proyecto para paliar el hambre y la desesperación.
Lo que está pasando es lamentable y
patético, el espectáculo de quiénes dicen hablar en nombre del pueblo, se
olvidan, se vuelven ciegos, sordos, mudos, han dejado de lado los verdaderos y
urgentes problemas del país, la mezquindad, los beneficios personales, los
negocios ocultos, la corrupción y el robo son características de nuestra clase
política, no es posible que los de Perú Libre en masa quieran ocupar cargos
públicos que no merecen o no conocen, ni que se reparta las entidades del
estado para salvarse de una vacancia que amenaza y no llega, queremos ver una
clase política más civilizada, honesta, más productiva, necesitamos políticos
que formen alianzas, políticos más inclusivos, menos primitivos, menos
asquerosos, menos idiotas, menos fascista.
Las protestas sociales y las marchas
que dejaron un saldo de siete fallecidos, debió haber sido la oportunidad para
que nuestra clase política entiendan la necesidad real de unirse como único
camino para avanzar, entender que hay en el Perú aún gente dispuesta a
movilizarse por el cambio, buscar consenso y comenzar a trabajar en las tareas
que se les ha encomendado, los índices
de desaprobación publicados en los principales diarios de circulación nacional
son más que alarmantes desaprueba la gestión del presidente el 76% y la desaprobación
del congreso el 82%, fue el coro que se escuchó en esta marcha “que se vayan
todos”.
No sabemos si nuestros políticos se han
dado cuenta que el abismo entre la gente y los políticos cada vez es más
profundo, el descontento y la frustración se muestra en cada una de estas
marchas que debe ser escuchada y analizada por quiénes dirigen los destinos del
país, claro que muchos de ellos son responsabilidad del gobierno y su política
de lenta reacción, pero lo es también responsabilidad de la oposición que
carece de propuestas mínimamente compartidas de la agenda país y en todo estos
meses lo único que nos han mostrado su intención de como vacar al presidente,
como si para eso los hubiéramos elegido, lo que se puede concluir es que
estamos lejos de la formación de nuevos actores políticos, las desconfianzas y
las mutuas exclusiones van a seguir predominando .
En el fondo, se trata entonces de una
carrera contra el tiempo y contra las propias debilidades de nuestra sociedad y
nuestro sistema político, como conclusión podemos decir que: Keiko Fujimori,
Rafael López Aliaga, Gregorio Santo, Vladimir Cerrón no pueden ser presidentes
de la república porque polarizan fragmentan, dividen, y lo que necesitamos como
país es líderes capaces de unirnos, fusionarnos como peruanos para trabajar
juntos la agenda país, necesitamos lideres empáticos que comprendan no solo lo
que ellos tiene sino lo que la gente padece en las calles, necesitamos líderes
que le den apertura al desarrollo de la actividad minera, responsable,
sostenible porque son los que van a traer el dinero, la agro exportación, la
pesca, entender a la minería como el motor de desarrollo . Para seguir
creciendo y alcanzar el desarrollo, nuestro país requiere innovar, sumarse y
adaptarse a los cambios.