Qué farsa la política
Rolando Húbner Marcos
Picón
Es difícil aceptar que alguien te
diga que todo está podrido; el virus de la corrupción ha tocado a casi todas
las instituciones, y a todo le han puesto precio. En este juego del mercado la
política parece mercancía donde el mejor postor obtiene más votos. Lo terrible
de este funesto trueque es, quienes buscan representarnos ven en la
administración pública, sólo un botín lleno de oportunidades para utilizarlo en
benéfico propio. Los votos del pueblo son comprados con plata del pueblo.
Este último gobierno municipal de Huallanca, que culmina el 31 de diciembre,
nos ha mostrado la decadencia en que está sumida nuestra política local. Los
millones de soles que hemos tenido o que tenemos y no han sido invertidos, o
han sido mal invertidos, o muchos nos preguntamos ¿dónde ha ido a parar tanta
plata? , y nos muestran la incapacidad de gestión de quién ha dirigido los
destinos de nuestro pueblo por doce años. Nunca como hoy la política había
caído tan baja, ni había sido tan cínica, ni amoral; con una oposición ciega,
sorda y muda, sin compromiso con el pueblo; una oposición que se mantuvo
ausente mientras, quienes dirigían los destinos del pueblo hacían lo que
querían y nunca rindieron cuenta del manejo de los millones de soles, ni han
podido solucionar hasta ahora las necesidades básicas que como pueblo o
ciudadanos tenemos.
La incoherencia política es el
punto de partida para la corrupción, porque los ideales, el sueño de un pueblo
próspero, el desarrollo de obras públicas, y el bien común; terminan siendo canjeados por puestos y
jugosos contratos. Lo cierto es que la compra de conciencias no había llegado a
extremos tan delirantes como hoy, con beneficios que se terminan arreglando
bajo la mesa, y lo peor es que nadie parece escandalizarse con esto.
Lo que sucede es que nuestros
grupos políticos, en estas últimas elecciones, se han reunido bajo un nombre,
sin ideología de ninguna clase, sólo con un proyecto personal, cada uno
tratando de sacar su tajada del pastel; sino cómo nos explicamos que quiénes fueron
elegidos para dirigir los destinos de nuestro pueblo hoy cada uno termine por
su lado, hablando mal el uno del otro; esa falta de coherencia y compromiso
ocasiona que el bolsillo piense más que la razón o el amor por la tierra que
nos vio nacer. ¡Qué tristeza, verdad!
A puertas de las próximas
elecciones, un pedido a quienes pretenden dirigir los destinos de nuestro
pueblo: no nos quiten el sueño de ver un Huallanca próspero, fruto del trabajo
y el compromiso de sus hijos; nos lo merecemos.