Sólo un día
Rolando Húbner Marcos Picón
Escuché alguna vez decir que los pueblos no mueren, sólo nos olvidamos de ellos; lo que significó en nuestras vidas, para quienes nacimos, crecimos y nos criamos en sus calles.
Me decía un gran amigo, cuando llegó a Huallanca, mi corazón palpita con más fuerza, que sentía el olor y el aroma a eucalipto; creo que eso nos pasa a más de uno cuando nos asomamos, a contemplar el serpentear de los ríos, cuando vemos a lo lejos la hermosura de nuestro pueblo, y contemplamos aquellos lugares que para nosotros han sido familiares, sagrados o especiales.
El tiempo, la modernidad, y la llegada de grandes empresas ha cambiado el perfil de nuestro pueblo, su imagen, ya sus casas y calles han sido cambiadas; pero el recuerdo es imborrable algo que permanece muy dentro de cada uno de nosotros, casi tatuada en un lugar muy especial de nuestro ser, por eso cada vez que vemos una foto en blanco y negro reconocemos lugares, personas; recuerdos de toda la vida que marcaron nuestra infancia y juventud.
Tal vez sea bueno volver a recordar nuestro tranquilo pueblo, aquellas casas con paredes blancas y techos de paja, nuestras fiestas de julio, aquella vida en general, si ya lo sé las casas son modernas, las campanas ya no suenan como antes en mi alma, ya los gallos no cantan al amanecer, ya no escucho el mugir de las vacas, ya no se escucha ni se ve el pisar de los briosos caballos montados por elegantes chalanes, ya no es el mismo el destello desde el horizonte, ya nadie sale a contemplar el firmamento, la gente amable se ha ido con el tiempo, será que las ilusiones, los tiempos y sueños se han ido tiñendo de diferentes colores y aromas.
Aunque me tengas que decir en qué tiempo vives, quiero que cuando vayas a Huallanca sólo un día, vive como vivimos antes, sin celular, con una tacita de café, en el balcón en una mesita, en las bancas de la plaza de armas o sentado sobre la hierba, sólo un día para tomar desayuno con papas sancochadas y queso, con un caldito verde, sólo un día para buscar a nuestros viejos amigos, a nuestros familiares o abuelos, pasar horas sin ponernos de pie conversando y contemplando la hermosura de los paisajes que nos rodean, o escuchando las vivencias e historias de esta tierra que también es nuestra, no importa que el café se enfrié, si con cada bocado nos contamos una historia, no importa que las nubes se vayan con el viento como se fue el tiempo, no importa si el sol quema, o la lluvia moje tu pelo, siente el aroma de la hierba mojada, sólo un día para que este momento sea eternizado con la fragancia de las flores silvestres, que el olor a eucalipto se impregne en tu mente, y confundidos con el sabor del café, sólo un día para sentarnos en el calor, en la lluvia o en la humedad, que importa el calor o el frio.
Siéntate conmigo en silencio para escuchar el concierto que hacen las aves con su trinar y desde el cielo está organizado para escucharlo nosotros los huallanquinos, vamos a ser testigos de la hermosura de nuestros campos cuando el sol cubre con su esplendor, vamos esperar juntos las estrellas del firmamento, vamos a esperar que el sol nos deje, que el frío de los vientos, y el trinar de las aves nos confirmen que las horas han pasado, que el café se ha enfriado y que la charla que has tenido ha sido un renacer, no importa quién te haya llamado en el celular, sólo un día para contarte lo que ha pasado mientras recorrías el mundo.
Sólo un día para contarte que hay una nueva generación de niños toreros, que ahora está “Niño de la Capea”, “El Panita”, “El Chicho” ,“El Billy” , “El Palomito”, “El Bekam” y muchos otros más, que hay una nueva generación de niños que se están haciendo expertos en el manejo de los toros bravos, sólo un día para saber que hemos sido bendecidos desde el cielo con esta hermosa tierra.