Diálogo y consenso
Rolando Húbner
Marcos Picón
¿Qué nos falta ahora, dónde queda el buen vivir de las
personas, dónde el desarrollo de los programas de inversión?. Seguiremos siendo espectadores pasivos,
pasmados y con miedo de este teatro de muy mala calidad en que se ha convertido
nuestro sistema político, y la sociedad que estamos construyendo o ayudando a
construir, seguro que nosotros no podemos considerarnos responsables, pero si
somos responsables porque fuimos nosotros los que elegimos a nuestros
representantes.
Cuando el compromiso de nuestros
representantes es hablar todos el mismo idioma, y sumar esfuerzos para el bien
de todo el pueblo; hoy observamos mucha arrogancia donde parece que se habla
con mudos, ciegos, sordos, y nadie parece entenderse.
Si logramos entender nuestras
diferencias, la reconocemos y aceptamos nuestro derecho de opinar diferente a
lo que opina la mayoría, si tenemos tolerancia para aceptar ideas diferentes
entonces estaremos abiertos al diálogo y a la concertación.
Seguro que no alcanzaremos
consenso, pero si lograremos acuerdos en bienestar de la mayoría, estos
acuerdos servirán para encaminar a nuestro pueblo.
El surgimiento y la caída o el
fracaso de agrupaciones políticas, de organizaciones sociales, dependen de la
capacidad de reunirse y ponerse de acuerdo, en nuestra capacidad de diálogo y
de construir consenso, no vamos a salir de esta crisis de moral si no
aprendemos a dialogar constructivamente y respetar cada uno de nuestros
acuerdos.
Nuestras autoridades nos hicieron
creer que tendrían un gobierno dialogante y de consenso, pero la realidad nos
ha mostrado lo contrario; no hay dialogo, quizá soy muy ingenuo, pero el
desarrollo del pueblo debe estar más allá de ideologías políticas; nos debe
preocupar a todos y quienes nos representan deben estar abiertos a recibir
nuestras opiniones.
El resultado de la falta diálogo, falta
consenso, falta sentarse a la mesa con los gobernados, la falta de voluntad
política para llamar al diálogo y llegar a acuerdos, por razones sectarias
tenemos hoy el descontento generalizado en nuestra población, no querer
escuchar la opinión de la gente es una falta de inteligencia política y muy
poca visión de futuro, como dicen que “no hay peor ciego que el que no quiere
ver”