Vamos a ponernos de acuerdo
Rolando Húbner Marcos Picón
Tal parece que hasta ahora, en Huallanca, no hemos podido
ponernos de acuerdo ni hemos construido un pensamiento colectivo con objetivos
y metas claras: no hay una visión a largo plazo del pueblo que queremos, no hay
una agenda común; tampoco hemos logrado unirnos sobre la base de nuestro
origen, costumbre, historia o tradiciones.
Todo indica que no tenemos intereses comunes, no tenemos
sueños iguales, no compartimos proyectos comunes, sino sólo diferencias, sólo
críticas, intereses individuales que nos hacen distanciarnos, pelearnos, dudar
de todos, frenar el desarrollo e
incrementar la cantidad de insatisfechos, que lo único que ha hecho es aumentar
el odio, la indiferencia y las acusaciones de uno y otro lado entre huallanquinos.
Hoy en día, el individualismo se ha convertido en la bandera
de nuestra sociedad, y valores como el compañerismo, la amistad, el vamos a
poner el hombro, unidos nada es imposible y el compartir fraterno; se perciben
como hechos y actos del siglo pasado, lejanos, utópicos, y hasta quiénes la
creen falsas.
Con este escenario toda posibilidad de desarrollo se pone
cuesta arriba o queda bloqueada, porque en nombre del progreso, de la moda o
del desarrollo aceptamos la depredación
de nuestros recursos, que con el pasar
del tiempo nos va mostrar un pueblo empobrecido, con construcciones hermosas y
de poca utilidad. La última década para Huallanca ha sido la época de bonanza,
de los millonarios recursos que ingresaron a las arcas de la municipalidad
proveniente principalmente de las rentas mineras, pero han sido mal invertidos, en algunos casos, por falta de
capacidad, por egoísmo o por presuntos actos de corrupción; entonces creo que
algo estamos haciendo mal.
Todos nos merecemos tener las condiciones mínimas para una
vida digna, pero no con mentiras, robos y corrupción: borremos de nuestra
memoria ese falso pragmatismo de “no importa que robe pero que haga obras”.
¿Será esto nuestro legado? No lo creo, entonces nos queda otra opción, dejar la
silla de espectadores silenciosos y meternos al campo, involucrarnos y ser los
protagonistas del desarrollo de nuestro pueblo; sino seguiremos igual, por los
siglos de los siglos, entre quejas, lamentos y críticas veremos pasar caras
nuevas por el palacio municipal sin cambios verdaderos o con oportunidades
perdidas.
Hagamos realidad el Huallanca próspero, que perseguir el
desarrollo no se convierta en algo inalcanzable utópico o fantasioso, vamos a
sentarnos a la mesa y comencemos a discutir el pueblo que queremos con una
visión de largo plazo, fruto de la concertación del debate alturado, franco,
sincero y sobre todo del esfuerzo de todos sus hijos.