martes, 14 de noviembre de 2017

Yo opino:

Orgulloso de ser Huallanquino
Rolando Húbner Marcos Picón.
Para muchos, ser huallanquino es sinónimo de bailar negritos, de ser  valiente al enfrentarse a un toro bravo, cantar y bailar un huayno con los “Quitasueños”; ser hospitalarios, amables y gritar: ¡Esto es Huallanca carajo…!

Me encanta cuando escucho por las calles el orgullo con que muchos recuerdan, la belleza de nuestros campos, el misterio de nuestros cerros; pero hoy voy a escribir sobre lo que yo creo que, fue lo más resaltante de las Fiestas Patrias 2017; quince minutos que nos llevaron a recordar días pasados.

Podría contarles muchas cosas de mi pueblo, desde la simpleza de su gente, de su humildad, de su trabajo, de sus logros y derrotas, de sus ambiciones postergadas, de su silencio, de noches de serenata, de la inmensidad de un nuevo amanecer; pero es mejor hablar de lo que debemos sentirnos orgullosos.

Los personajes de antaño, como: Simeón Zelaya Márquez, Sabino Vargas Anaya, Matiasa, y el Policía, reaparecieron en la plaza de toros del Monte Carmelo, representados ésta vez por jóvenes aficionados al toreo: Aldo Palacios, Daymer Cervantes, Ciro Huaytán, y Henry Huaytán, respectivamente,  y tocaron las fibras más sensibles de quiénes éramos testigos de tan ilustres personajes que la historia de Huallanca ha tenido. El silencio de la plaza se trasformó en un bullicioso momento de aplausos risas y gratos recuerdos, donde muchos ojos se llenaron de lágrimas y sólo atinaron a decir gracias Huallanca por tan hermosa estampa.

Gracias Huallanca por tantas historias que nos llegan al alma, por las pequeñas anécdotas, por tus historias y tradiciones, gracias muchachos por la alegría y la nostalgia que sentimos al ver de nuevo a Chimu,  Sapcha, Matiaza y al Tombo; gracias pueblo por estos momentos compartidos, por darnos motivos para regresar.
Algo más para sentirnos orgullosos es nuestra identidad, nuestras tradiciones y costumbres la inmensa riqueza cultural que hemos heredado de nuestros padres debe de ser cuidada, para mantener su originalidad.
El pasado 29 de octubre, en la plaza de toros de Huallanca se presentaron un grupo de niños toreros, herederos de la sangre brava y valiente de los huallanquinos, a iniciativa de la Escuela Taurina de Rider Vilca Gamarra, nieto de uno de los huallanquinos más representativos, del multifacético Feliciano Gamarra Espinoza.

Dicen que  “lo que se hereda no se hurta” su vocación de servicio, es de gran valor y merece nuestro reconocimiento, a su verdadera vocación, de enseñar lograr que los niños acepten ser guiados por un maestro: ¡Ole matador!, dirán los taurinos.

No me queda más que felicitar a los niños y a cada uno de sus padres; se pudo observar dentro del ruedo a muchos ganaderos de la zona, también van mis felicitaciones y reconocimiento por su desprendimiento y apoyo en la formación de esta nueva generación de jóvenes promesas del toreo local.

Entre los niños pudimos observar a: Marco Mendoza “El Lenguas”, Jhonatan Mendoza “El Palomito”, Carlos Vilca “El Panita”, Franck Soto “El Chamaquito”, Mateo Bañez Ramírez “El Chicho”, Enrique Mendoza “El Renco”, Cristian Duran “El Durancito”, Jairo Mendoza “El Maletilla”, Beckan Picón “El Becan” y María Emilia Gamarra Jaramillo “La Mamish” ; y a las ganaderías que apoyaron este proyecto: “San Luis”, “Sol de Oro”, “ Bañez”, “Carbajal”, “Piedra Grande”, “ Campo Bravo” y“ Soroche”.

 A los padres no dejen de encaminar a sus hijos por las sendas de la educación. Si en los próximos años vemos el triunfo de muchos de estos niños que, no sólo sea en las plazas de toros, sino también como grandes profesionales orgullosos  de sus padres, de su familia de Huallanca, y por qué no decirlo del Perú. Entonces seguro todos emocionados diremos que lindo torea el ingeniero, el abogado, el doctor, el médico, el profesor, el arquitecto etc.

Las campanas de la iglesia seguirán tocando como testigos, del caminar de cada uno de estos niños, de sus ganas de seguir creciendo. Pasarán muchas lunas en silencio, y al despertar ya no será sólo la ilusión de ver a sus hijos con capote en mano haciendo verónicas, pases de pecho, o mariposas, sino que  tendremos historias que contar de cómo empezaron, diremos que lo intentaron, y seguro en unas de esas tardes de toros bravos en la “Plaza Monte Carmelo” los veremos, y esas anécdotas harán una vez más este pueblo grande, lleno de tradiciones, de penas y alegrías compartidas, de despedidas y ausencias, pero también de nacimiento y el retorno de los que se fueron en busca de un mejor futuro a base de esfuerzo de respeto y de fe, “orgullo de esta tierra hermosa rica y generosa” : 
¡ SUERTE MATADOR!.