Orgulloso de ser
Huallanquino
Rolando Húbner Marcos
Picón.
Para muchos, ser
huallanquino es sinónimo de bailar negritos, de ser valiente al enfrentarse a un toro bravo,
cantar y bailar un huayno con los “Quitasueños”; ser hospitalarios, amables y gritar:
¡Esto es Huallanca carajo…!
Me encanta cuando
escucho por las calles el orgullo con que muchos recuerdan, la belleza de
nuestros campos, el misterio de nuestros cerros; pero hoy voy a escribir sobre
lo que yo creo que, fue lo más resaltante de las Fiestas Patrias 2017; quince
minutos que nos llevaron a recordar días pasados.
Podría contarles muchas
cosas de mi pueblo, desde la simpleza de su gente, de su humildad, de su
trabajo, de sus logros y derrotas, de sus ambiciones postergadas, de su
silencio, de noches de serenata, de la inmensidad de un nuevo amanecer; pero es
mejor hablar de lo que debemos sentirnos orgullosos.
Los personajes de
antaño, como: Simeón Zelaya Márquez, Sabino Vargas Anaya, Matiasa, y el Policía,
reaparecieron en la plaza de toros del Monte Carmelo, representados ésta vez
por jóvenes aficionados al toreo: Aldo Palacios, Daymer Cervantes, Ciro Huaytán,
y Henry Huaytán, respectivamente, y
tocaron las fibras más sensibles de quiénes éramos testigos de tan ilustres
personajes que la historia de Huallanca ha tenido. El silencio de la plaza se
trasformó en un bullicioso momento de aplausos risas y gratos recuerdos, donde
muchos ojos se llenaron de lágrimas y sólo atinaron a decir gracias Huallanca
por tan hermosa estampa.
Gracias Huallanca por
tantas historias que nos llegan al alma, por las pequeñas anécdotas, por tus
historias y tradiciones, gracias muchachos por la alegría y la nostalgia que sentimos
al ver de nuevo a Chimu, Sapcha, Matiaza
y al Tombo; gracias pueblo por estos momentos compartidos, por darnos motivos
para regresar.
Algo más para sentirnos
orgullosos es nuestra identidad, nuestras tradiciones y costumbres la inmensa
riqueza cultural que hemos heredado de nuestros padres debe de ser cuidada,
para mantener su originalidad.
El pasado 29 de
octubre, en la plaza de toros de Huallanca se presentaron un grupo de niños
toreros, herederos de la sangre brava y valiente de los huallanquinos, a
iniciativa de la Escuela Taurina de Rider Vilca Gamarra, nieto de uno de los
huallanquinos más representativos, del multifacético Feliciano Gamarra
Espinoza.
Dicen que “lo que se hereda no se hurta” su vocación de
servicio, es de gran valor y merece nuestro reconocimiento, a su verdadera
vocación, de enseñar lograr que los niños acepten ser guiados por un maestro:
¡Ole matador!, dirán los taurinos.
No me queda más que
felicitar a los niños y a cada uno de sus padres; se pudo observar dentro del
ruedo a muchos ganaderos de la zona, también van mis felicitaciones y
reconocimiento por su desprendimiento y apoyo en la formación de esta nueva generación
de jóvenes promesas del toreo local.
Entre los niños pudimos
observar a: Marco Mendoza “El Lenguas”, Jhonatan Mendoza “El Palomito”, Carlos
Vilca “El Panita”, Franck Soto “El Chamaquito”, Mateo Bañez Ramírez “El
Chicho”, Enrique Mendoza “El Renco”, Cristian Duran “El Durancito”, Jairo
Mendoza “El Maletilla”, Beckan Picón “El Becan” y María Emilia Gamarra
Jaramillo “La Mamish” ; y a las ganaderías que apoyaron este proyecto: “San
Luis”, “Sol de Oro”, “ Bañez”, “Carbajal”, “Piedra Grande”, “ Campo Bravo” y“
Soroche”.
A los padres no dejen de encaminar a sus hijos
por las sendas de la educación. Si en los próximos años vemos el triunfo de
muchos de estos niños que, no sólo sea en las plazas de toros, sino también
como grandes profesionales orgullosos de
sus padres, de su familia de Huallanca, y por qué no decirlo del Perú. Entonces seguro todos
emocionados diremos que lindo torea el ingeniero, el abogado, el doctor, el
médico, el profesor, el arquitecto etc.
Las campanas de la
iglesia seguirán tocando como testigos, del caminar de cada uno de estos niños,
de sus ganas de seguir creciendo. Pasarán muchas lunas en silencio, y al
despertar ya no será sólo la ilusión de ver a sus hijos con capote en mano haciendo
verónicas, pases de pecho, o mariposas, sino que tendremos historias que contar de cómo
empezaron, diremos que lo intentaron, y seguro en unas de esas tardes de toros
bravos en la “Plaza Monte Carmelo” los veremos, y esas anécdotas harán una vez
más este pueblo grande, lleno de tradiciones, de penas y alegrías compartidas,
de despedidas y ausencias, pero también de nacimiento y el retorno de los que
se fueron en busca de un mejor futuro a base de esfuerzo de respeto y de fe,
“orgullo de esta tierra hermosa rica y generosa” :
¡ SUERTE MATADOR!.