Hasta cuándo esta paciencia
Rolando Húbner Marcos Picón
No podemos negar
que vivimos en los últimos años una situación de apatía política y un descrédito
a quienes la ejercen no sólo en el ámbito local sino también nacional; como
sociedad nos hemos vuelto cada vez más individualistas, solitarios, abandonados
y sin tejido social.
Se extraen
ejemplos, existe mucha información, se
escucha en la calle, denuncias, sin ningún castigado y nadie nos ha podido brindar una explicación
sensata de lo que sucede, denuncias,
acusaciones de ambos lados solo suman para que el común de los ciudadanos dude
más de la política y los políticos.
Decían antes “la
voz del pueblo es la voz de Dios”, y hoy parece que peligrosamente está dejando
de ser la voz de Dios porque no se le distingue, ha perdido fuerza, no tiene
peso, pasa desapercibida, nadie le hace caso; se quiere remplazar la voz del
pueblo por las encuestas o por lo que opina quienes forman parte del círculo de
seguidores del gobierno de turno.
La voz del pueblo
se nutre de opiniones de oportunistas, está desinformada, no sabe dónde ni cómo
encontrar una información que sea real o verdadera, y se conforma con lo que
escucha, se comenta o se dice en la esquina, en una cantina, o en las calles;
por eso tiene un papel irrelevante en la discusión política y no se le tiene en
cuenta.
No hay seguimiento a las
denuncias que se hacen, parece que a nadie le interesa tomarse el papel de
fiscalizador; las noticias llegan, se
comenta, crecen y desaparecen, influye muy poco o casi nada en la realidad loca;
una denuncia llega y parece que a los involucrados ni les despeina. Hasta cuándo
durará esta paciencia.