sábado, 30 de septiembre de 2017

Yo opino:

Hasta cuándo esta paciencia
Rolando Húbner Marcos Picón

No podemos negar que vivimos en los últimos años una situación de apatía política y un descrédito a quienes la ejercen no sólo en el ámbito local sino también nacional; como sociedad nos hemos vuelto cada vez más individualistas, solitarios, abandonados y sin tejido social.

Hemos entrado a formar parte de una sociedad, peligrosamente caracterizada por la incapacidad de administrar el bien común, lo que es de todos; garantizando a la gente como mínimo salud, educación, servicios básicos de calidad; sobre todo ejercer un control eficiente del manejo de los intereses del pueblo, pareciera que lo público resulta ser bamba, falsificado, engañoso, o algo que algunos pueden disponer cuando quieran.

Se extraen ejemplos, existe  mucha información, se escucha en la calle, denuncias, sin ningún castigado  y nadie nos ha podido brindar una explicación sensata de lo que sucede,  denuncias, acusaciones de ambos lados solo suman para que el común de los ciudadanos dude más de la política y los políticos.

Si el agua no corre, se empoza y huele mal, necesitamos hace mucho tiempo un sinceramiento de quienes nos dirigen o pretenden dirigir los destinos de nuestro pueblo; tenemos que desterrar de nuestro pueblo  esa frase  con que nuestros políticos quieren justificar sus actos, “hablarán, dirán y luego se olvidarán”.

Decían antes “la voz del pueblo es la voz de Dios”, y hoy parece que peligrosamente está dejando de ser la voz de Dios porque no se le distingue, ha perdido fuerza, no tiene peso, pasa desapercibida, nadie le hace caso; se quiere remplazar la voz del pueblo por las encuestas o por lo que opina quienes forman parte del círculo de seguidores del gobierno de turno.

La voz del pueblo se nutre de opiniones de oportunistas, está desinformada, no sabe dónde ni cómo encontrar una información que sea real o verdadera, y se conforma con lo que escucha, se comenta o se dice en la esquina, en una cantina, o en las calles; por eso tiene un papel irrelevante en la discusión política y no se le tiene en cuenta.

Gobernar significa utilizar los recursos públicos para resolver los problemas sociales básicos para poder vivir bien todos, y no tenemos nada que agradecerle a nuestras autoridades o a quien repara las calles, pone alumbrado público, limpia los parques y además realiza obras públicas, y como ciudadanos nos corresponde fiscalizar que las obras estén bien hechas, para identificar quien sirve y quien se sirve de los cargos públicos.

No hay seguimiento a las denuncias que se hacen, parece que a nadie le interesa tomarse el papel de fiscalizador; las noticias llegan,  se comenta, crecen y desaparecen, influye muy poco o casi nada en la realidad loca; una denuncia llega y parece que a los involucrados ni les despeina. Hasta cuándo durará esta paciencia.