QUISIERA VOLVER SOBRE
MIS PASOS
Rolando Húbner Marcos
Picón
Si pudiera volver sobre mis pasos
y llegar a mi época de adolescente, de juventud; no para corregir errores y
arrepentirme de lo hecho, sino para equivocarme más, arriesgarme más, y
aprender, tener más historias que contar etc. Es que la aventura de esa época
de ser joven fue tan bella como un poema o como una canción que aún recuerdo,
con la libertad con que el cóndor prodigioso vuela en lo más alto de la cumbre,
pasamos nuestros días.
Pero todo pasó tan rápido o
quizás la vivimos de prisa entregados en la libertad, sin importarnos el tiempo
ni la distancia, y casi sin darnos cuenta habían pasado muchas lunas, a algunos
se nos caía el cabello, nos crecía la barriga, el pelo se nos empezó a teñir de
blanco, nos estamos volviendo renegones, nuestros hijos son de nuestro tamaño o
más grandes; entonces creo que ya estamos maduritos.
De todos modos no habrá forma de
explicar ni de decirlo que creo que los de mi generación fuimos privilegiados
al nacer y vivir en esta hermosa tierra, donde todo era paz, tranquilidad y
donde todos vivíamos como amigos compartiendo lo poco que teníamos; era un
pedacito de tierra diferente alguien lo dijo alguna vez, si “Chiquián es el
espejito del cielo” entonces “Huallanca
era el cielo”.
Recuerdo tarde de corridas de
toros, las verbenas, los bailes sociales en el centro cívico al son de las
bandas de músicos, donde un remolino de gente maravillosa acariciaba las pistas
de baile con hermosos huaynos, cumbias, y toda música de la época.
En el disco duro de mi mente aún
se guardan hermosas imágenes de bellísimas noches de procesión en semana santa,
las novenas, la devoción con que todo el pueblo asistía a las misas.
Quizás todo esto sea una visión
personal, pero Huallanca era entonces un pueblo sin bulla con la paz extendida
en todo sus rincones, un lugar para vivirlo lentamente, sin miedo a nada ni a
nadie.
¿Quién no recuerda la puerta
principal de nuestras casas enganchada a una aldaba o simplemente entreabierta
y los zaguanes abiertos de par en par de día y de noche?, ¿Quién no recuerda
nuestras bolsas de pan hechas de talega o costales de harina?, ¿Quién no
recuerda de niño haber jugado en la calle mata gente, salta soga, chanca la
lata, al escondite, o fulbito poniendo dos piedras que servían de arco? ¿Quién
no recuerda aquel beso sano y furtivo del tímido novio, lleno de ternura?,
¿Quién no recuerda esas noches de serenata a la chica amada, al amor imposible,
con guitarra en mano al pie de los balcones?, ¿Quién no recuerda haber sido
mojado desde la ventana mientras cantaba a todo pulmón?, ¿Quién no recuerda
aquellas tardes de toros bravos, venidos de las punas frías, toreado por
valerosos huallanquinos con el poncho, con una colcha, con el pañalón de la
esposa, con una casaca y hasta con un pañuelo.? ¿Quién no recuerda los
capotazos, de muchos huallanquinos?.
Acaso miento cuando recuerdo
aquellas tardes de carnaval al son de las guitarras hermosas mulizas y huaynos
con frases como “somos la nueva juventud del ande, de la tierra huallanquina”,
o “tierra bella hermoso, cielo serrano”, “soy de los andes, de altas cumbres”,
“ huallanca marcacho queso ta micunchi, china ta ashinqui yana ñawui ta
llamparan”; tardes de juego con harina talco y picapica, ¿Quién no recuerda las
noches de navidad con hermosas cuadrillas de negritos, bailando la borracha el
pachawaray, los tres tiempos, despedida, las mudanzas a las 6 de la tarde, el serrucho y
terminábamos con el hayhuallachi o despedida, pero todo fue pasando y hoy son
solo recuerdos, muchas veces reunidos con amigos siempre comentamos y admiramos
con mucho respeto y cariño a grandes, guitarristas, cantantes, poetas,
artistas, a grandes aficionados al toreo, a bailantes de las cuadrillas de los
negritos, y otra vez viene a la mente ¡tanto tiempo ha pasado…