Luis Antonio Páucar Solís
Cómo explicar o mejor cómo entender a nuestra gente, por qué los peruanos nos inclinamos por dos candidatos que parecían representar males tan importantes como la corrupción y el autoritarismo, por qué apostamos por políticas antisistemas como el retorno a un pasado dictatorial reciente, con una agenda clara de amnistiar a su padre y tratar de limpiar su pasado.
Hacia adelante no hay ideas más allá de gobernar con mano dura, y con programas de asistencia social, o importar un modelo chavista, basado en la reelección inmediata, el desequilibrio entre poderes, la represalia a cualquier forma o tipo de oposición, a las limitaciones de nuestras principales libertades, o al cambio de un modelo económico basado en el libre mercado que buenos resultados nos ha dado.
La crisis de los partidos políticos, la volatilidad de nuestros conciudadanos, la fragilidad de nuestras instituciones, la inevitable simpatía por el autoritarismo, las tentaciones populistas de siempre, las identidades, doctrinas y compromisos políticos perdidos en la década del noventa, no han sido recuperados hasta ahora, porque nos hemos acostumbrado a cambiar nuestro voto, por un polo, un gorro o un llavero; pero no hemos sido capaces de escuchar propuestas, de analizarlos y ver si son realizables, factibles o necesarios.
La gente pide cambios, y la gran mayoría de nuestro conciudadanos cree que el Perú tiene suficiente riquezas, como para asegurar un mínimo de bienestar a toda la población, y si la gente no recibe ese bienestar es porque hay corrupción, o porque los políticos son insensibles, la gente pide un cambio, un gobierno más sensible a sus necesidades y demandas.
No creemos que sea una tragedia ni compartimos la idea de elegir entre el "cáncer y el sida", frase acuñada por nuestro premio nobel de literatura Mario Varga Llosa, sino más bien creo que los resultados electorales nos muestran la incapacidad de repartir entre todos el crecimiento económico sostenido del que tanto nos habla el gobierno de turno, y el chorreo o goteo nunca ha llegado a pueblos como Huancavelica o Huánuco con índices de pobreza extrema, aunque esto este basado en una política extractivista de desarrollo.
Hoy sabemos que los programas de clientelismo social, de ajuste social, de reducción de la pobreza sirven en los imaginarios populares, y son suficientes para ser reconsiderados el gran benefactor, lo decimos, por qué en vez de apoyar la creación de programas productivos en la pequeña y mediana empresa, en el campo como en las ciudades, nos mandaron programas de apoyo social que sirvieron para que nuestros campos produzcan menos, y nuestra gente migre a la capital sin otro ingreso más que el apoyo social del gobierno.
Ahora sólo nos queda esperar hasta el primer domingo de junio, y como lo dijo el ex ministro de economía… y que Dios nos ayude.