MOVIMIENTO OBRERO DE HUALLANCA
Por : Nicéforo Espinoza Llanos *
Huallanca se perfila ya como centro minero en la colonia. En la República, en la época de don Carlos Rizo Patrón, las riquísimas boyas de San Francisco dan algunos millones de soles en un tiempo record.
La riqueza minera de Huallanca actúa como un poderoso imán desde el primer tercio del siglo 17 . Muchos extranjeros llegan a sus lares en busca del codiciado metal. El trabajo en las minas motiva en Huallanca el advenimiento de una clase: el Proletariado. La historia del obrerismo huallanquino tiene capítulos muy negros.
Al comienzo, en la Colonia, fueron elementos autóctonos los que trabajaron gratuitamente para el peninsular. Los descendientes de los valientes huanucus se agotaron en pocas generaciones. La dureza del trabajo, la alimentación insuficiente, la vivienda estrecha antihigiénica cegaban como ametralladoras la vida de aquellos infelices. El advenimiento de la Independencia y la consolidación de la República mejoran un tanto la suerte del minero huallanquino.
Antes del año de 1928, la ganancia diaria de un minero no pasaba para el lampero de S/. 1.10 y para el barretero de S/. 1.40. Estas cantidades son insuficientes para el sostenimiento de una familia, El minero por lo general , forma familia a los 18 años de edad, y a los 30, deja viuda e hijos en la miseria más espantosa. Ajenos a los beneficios de las leyes del país, los obreros huallanquinos desconocen antes de 1928, el trabajo de 8 horas, las indemnizaciones, el goce de vacaciones, el auxilio médico, la educación de sus hijos, etc., lo único que no desconocen es el trabajo duro e intensivo de 10 horas diarias, el trato despótico de los empleados y la despedida al menor reclamo.
Esta situación obedecía a dos causas: una, que los Administradores no cumplían las leyes dadas por el Estado a favor del obrero; otra, la ignorancia de la masa obreril. Por consiguiente habían dos cosas por hacer: primero, ilustrar a los obreros en las ventajas que le proporcionaba el Estado; el segundo, hacer comprender al Administrador de la Hacienda metalúrgica “Carmen de Buenavista”, que las leyes del Trabajo, no eran lo mismo que el papel mojado de la diplomacia alemana, sino artículos que tenían que cumplirse literalmente. De estas dos tareas se encargaron contados jóvenes presididos por el abogado Simeón Llanos Rubina.
En el mes de agosto de 1928, se abrió en Huallanca una escuela nocturna para obreros en la casa, que es actualmente propiedad del señor Valenzuela, Simeón Llanos, Teófilo Tello, Julián Huerta y otros más fueron los maestros que enseñaron a los obreros de aquel entonces el A-B-C de la cultura. Seis meses de incesante labor bastaron para que los obreros se emanciparan en cierta forma del yugo de la ignorancia.
Los trabajadores de las Minas Mercedes y San Francisco encabezados por los mineros : Florencio Martel, Alfonso Rocano y Adolfo Mendoza reclamaron al Administrador del “Carmen de Buenavista”, Ingeniero Giacomo Decoll, el aumento de sus jornales; el trabajo de 8 horas; la reglamentación del trabajo para menores y muchas otras ventajas que acordaba la Legislación Obrera y que ya estaba en vigor en casi de la totalidad de los centros industriales del país.
La riqueza minera de Huallanca actúa como un poderoso imán desde el primer tercio del siglo 17 . Muchos extranjeros llegan a sus lares en busca del codiciado metal. El trabajo en las minas motiva en Huallanca el advenimiento de una clase: el Proletariado. La historia del obrerismo huallanquino tiene capítulos muy negros.
Al comienzo, en la Colonia, fueron elementos autóctonos los que trabajaron gratuitamente para el peninsular. Los descendientes de los valientes huanucus se agotaron en pocas generaciones. La dureza del trabajo, la alimentación insuficiente, la vivienda estrecha antihigiénica cegaban como ametralladoras la vida de aquellos infelices. El advenimiento de la Independencia y la consolidación de la República mejoran un tanto la suerte del minero huallanquino.
Antes del año de 1928, la ganancia diaria de un minero no pasaba para el lampero de S/. 1.10 y para el barretero de S/. 1.40. Estas cantidades son insuficientes para el sostenimiento de una familia, El minero por lo general , forma familia a los 18 años de edad, y a los 30, deja viuda e hijos en la miseria más espantosa. Ajenos a los beneficios de las leyes del país, los obreros huallanquinos desconocen antes de 1928, el trabajo de 8 horas, las indemnizaciones, el goce de vacaciones, el auxilio médico, la educación de sus hijos, etc., lo único que no desconocen es el trabajo duro e intensivo de 10 horas diarias, el trato despótico de los empleados y la despedida al menor reclamo.
Esta situación obedecía a dos causas: una, que los Administradores no cumplían las leyes dadas por el Estado a favor del obrero; otra, la ignorancia de la masa obreril. Por consiguiente habían dos cosas por hacer: primero, ilustrar a los obreros en las ventajas que le proporcionaba el Estado; el segundo, hacer comprender al Administrador de la Hacienda metalúrgica “Carmen de Buenavista”, que las leyes del Trabajo, no eran lo mismo que el papel mojado de la diplomacia alemana, sino artículos que tenían que cumplirse literalmente. De estas dos tareas se encargaron contados jóvenes presididos por el abogado Simeón Llanos Rubina.
En el mes de agosto de 1928, se abrió en Huallanca una escuela nocturna para obreros en la casa, que es actualmente propiedad del señor Valenzuela, Simeón Llanos, Teófilo Tello, Julián Huerta y otros más fueron los maestros que enseñaron a los obreros de aquel entonces el A-B-C de la cultura. Seis meses de incesante labor bastaron para que los obreros se emanciparan en cierta forma del yugo de la ignorancia.
Los trabajadores de las Minas Mercedes y San Francisco encabezados por los mineros : Florencio Martel, Alfonso Rocano y Adolfo Mendoza reclamaron al Administrador del “Carmen de Buenavista”, Ingeniero Giacomo Decoll, el aumento de sus jornales; el trabajo de 8 horas; la reglamentación del trabajo para menores y muchas otras ventajas que acordaba la Legislación Obrera y que ya estaba en vigor en casi de la totalidad de los centros industriales del país.
Se consideró exigencia injusta la petición de los obreros; y para echar en saco roto la reclamación de éstos, el ingeniero Decoll, se escudó en la calumnia. Acusó al abogado Simeón Llanos Rubina y a los jóvenes que lo acompañaban a éste como elementos antigobiernistas. Los jóvenes huallanquinos mencionados no trataron de combatir en ningun momento al Régimen de entonces, trataron de hacer cumplir solamente las leyes estatales.
Cualquier inteligencia mediana comprenderá que un pueblo chico como Huallanca, no es el lugar indicado para combatir un régimen. Es paradójico ver en elementos de orden, elementos anárquicos; es ridículo ver en elementos, elementos revolucionarios.
El Prefecto de Huánuco, en vista de la denuncia apócrifa de Decoll, envió a Huallanca doce gendarmes bajo las órdenes del Alferez Carpio, para debelar el falso movimiento político y apresar a los caudillos. Carpio se valió de la sorpresa, pues lo apresó a Simeón Llanos en su cama. Este acto provocó una justa indignación en el espíritu de los huallanquinos, que sin distinción de clases, se dieron cita a la casa del apresado. Había que rechazar el atropello y vencer la calumnia. La fuga de Llanos Rubina puso punto final a la exaltación colectiva.
Cuando ya todo estuvo en calma, hicieron su entrada a la población, más o menos 80 mineros encabezados por los señores: F. Martel, A. Rocano, J. Huerta y M. Llanos. Este último iba a la cabeza de todos, a caballo y con una bandera en la diestra. Noticiados de la fuga de Llanos, se redujeron a recorrer las calles de la población y luego se dispersaron dentro del mayor orden. El Alferez Carpio, pasado el alboroto apresó a sujetos indefensos, entre estos fue apresado Roberto Espinoza Picón .
Cualquier inteligencia mediana comprenderá que un pueblo chico como Huallanca, no es el lugar indicado para combatir un régimen. Es paradójico ver en elementos de orden, elementos anárquicos; es ridículo ver en elementos, elementos revolucionarios.
El Prefecto de Huánuco, en vista de la denuncia apócrifa de Decoll, envió a Huallanca doce gendarmes bajo las órdenes del Alferez Carpio, para debelar el falso movimiento político y apresar a los caudillos. Carpio se valió de la sorpresa, pues lo apresó a Simeón Llanos en su cama. Este acto provocó una justa indignación en el espíritu de los huallanquinos, que sin distinción de clases, se dieron cita a la casa del apresado. Había que rechazar el atropello y vencer la calumnia. La fuga de Llanos Rubina puso punto final a la exaltación colectiva.
Cuando ya todo estuvo en calma, hicieron su entrada a la población, más o menos 80 mineros encabezados por los señores: F. Martel, A. Rocano, J. Huerta y M. Llanos. Este último iba a la cabeza de todos, a caballo y con una bandera en la diestra. Noticiados de la fuga de Llanos, se redujeron a recorrer las calles de la población y luego se dispersaron dentro del mayor orden. El Alferez Carpio, pasado el alboroto apresó a sujetos indefensos, entre estos fue apresado Roberto Espinoza Picón .
Los ciudadanos que protestaron por el apresamiento de Llanos Rubina, fueron perseguidos por la tropa reforzada de Carpio, al que servía de guía un empleado del “Carmen de Buenavista” .
¡ Qué noches tan agitadas las que pasaron algunos fugitivos ¡. El que escribe estas líneas, muchacho de 13 años en 1928, acompañó a su padre en su escondite de Mullacarragra. Carpio no apresó a ningún huallanquino fugitivo; después de muchos días de infructuosa labor, se dirigió a La Unión.
El movimiento obrero de la Mina Mercedes, preparado por elementos intelectuales, motivó por una parte, la paralización de los trabajos por 10 meses; y por otra, consiguió lo que perseguía; el cumplimiento parcial de la Legislación Obrera, la jornada laboral de 8 horas, que se llevó a cabo con el “Sindicato Minero de Huallanca”.
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Fuente : Revista WANUCU- Lima 1943 .
* El autor fue un destacado huallanquino, Doctor en Pedagogía, Diputado por Dos de Mayo (Huánuco) 1963-1968, gestor de la creación del Colegio Nacional de Huallanca-1967.
¡ Qué noches tan agitadas las que pasaron algunos fugitivos ¡. El que escribe estas líneas, muchacho de 13 años en 1928, acompañó a su padre en su escondite de Mullacarragra. Carpio no apresó a ningún huallanquino fugitivo; después de muchos días de infructuosa labor, se dirigió a La Unión.
El movimiento obrero de la Mina Mercedes, preparado por elementos intelectuales, motivó por una parte, la paralización de los trabajos por 10 meses; y por otra, consiguió lo que perseguía; el cumplimiento parcial de la Legislación Obrera, la jornada laboral de 8 horas, que se llevó a cabo con el “Sindicato Minero de Huallanca”.
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Fuente : Revista WANUCU- Lima 1943 .
* El autor fue un destacado huallanquino, Doctor en Pedagogía, Diputado por Dos de Mayo (Huánuco) 1963-1968, gestor de la creación del Colegio Nacional de Huallanca-1967.