domingo, 6 de noviembre de 2022

Yo opino:

Un lugar silencioso 

Rolando Húbner Marcos Picón

Un lugar silencioso, lleno de secretos que faltaron develar o entre ellos la historia de alguien que cumplió su ciclo y se fue a descansar, tranquilo, en silencio, en estas tumbas frías, silenciosas y nostálgicas. Hoy estuve en el camposanto de nuestro Huallanca, no firmamos ningún contrato con el guardián del cementerio, pero me mostró cada una de las tumbas, mausoleos y nichos; algunos casi destruidos, otros olvidados y los muy bien cuidados, construcciones muy modernas, una gran cantidad de nombres, como libros hay en una biblioteca, silenciados por el tiempo y que duermen ahí, si se pudiera abrir esos libros que guardan  millones de historias no contadas.

En ésta biblioteca llena de autores, he visto muchos nombres conocidos, muchas historias de los que partieron en su hora y en su momento, pero también están los que fueron arrebatados aquellos que se fueron sin querer, aquellos que dejaron sus libros por terminar, agendas viejas, hojas de apuntes que hoy parecen inservibles, poemas de amor que nunca se dedicaron, canciones que no se cantaron, proyectos y sueños que quedaron inconclusos.

Muchos libros ausentes, que seguro se guardaron en bibliotecas que no pertenecían porque un día sus autores fueron desterrados de sus pueblos por las circunstancias de la vida, por estudio, por trabajo, o por buscar algo mejor y con el dolor de sus corazones empacaron: sus alegrías, dolores, recuerdos, amigos,  amores que nunca olvidaron; con nostalgia allá lejos recordaron cada día lo silencioso de sus punas, el olor a pan recién horneado, el olor a eucalipto, la alegría de despertarse con el cantar de los gallos y el dulce trinar de las aves; se llevaron con ellos la hermosura de un amanecer, de un atardecer, de noches oscuras y sin luna, o de noches de estrellas donde el firmamento invita a contemplar en silencio el sonido del viento; se llevaron en sus recuerdos días de lluvia o sol radiante, se llevaron también sus tardes de toros bravos, la elegancia de su baile de los negritos  y la promesa incumplida cuando repetían, si muero lejos díganles que estoy dormido y lleven a mi Huallanca ahí bajo la sombra de un arbolito guarden mis restos.

 Caminas por cada una de las tumbas y las preguntas llegan ¿habrán terminado de escribir la historia de sus vidas? o habrán salido en este último viaje de improviso dejando muchas hojas en blanco, con números que no se usan, llamadas que no se hicieron, sin despedirse y en el libro de sus vidas quedaron tres puntos o continuará y hoy reposan en esta biblioteca fría y silenciosa, donde queda guardado todo los secretos, y mientras camino  el guardián del cementerio me ha mostrado uno a uno cada uno de estos libros, he observado en cada uno de ello una flor que florece regado por las lágrimas de los que se quedaron, o quizás esa flor muestre la belleza, la nostalgia, o el silencio de cada luz que se apagó de repente sin aviso,  porque no debieron partir.

No hubo copas ni canciones, sólo nostalgia, sólo recuerdos, nombres del patrón, del jornalero, del joven, del niño, el abuelo, la abuela, el vecino, el amigo, el paisano, acá todos llegamos y llegamos como venimos al mundo, sólo con nuestros recuerdos, la alegría de lo vivido, de los viajes, sin odios ni rencores a formar parte de esta inmensa biblioteca que el tiempo cruel hace muchas veces que se olviden que un día fue interesante.

No he contratado a la orquesta, ni amigos que me van acompañar cuando también vaya a formar parte de esta biblioteca silenciosa, misteriosa, donde una vez al año llega la gente a compartir recuerdos, anécdotas, a rezar por el descanso de sus seres queridos; cuántos libros guardados, libros ajenos de quiénes amaron esta tierra acá descansará en este lugar nuestra esencia de todo lo que somos que no es otra cosa que nuestras amistades, nuestros amigos, los lugares visitados; sólo eso, nuestra mochila sólo cargará eso el amor dado y el recibido.