PRIMER CARRO EN HUALLANCA
Omar Llanos Espinoza
Algunos pueblos del interior del país
todavía recuerdan determinados hechos muy singulares y sorprendentes como
aquellos que se adelantaron al tiempo para tener un vehículo motorizados cuando todavía no había carreteras
de acceso; así ocurrió en Huallanca
(Bolognesi-Ancash) por necesidad de la actividad minera y metalúrgica.
CARRO SIN CARRETERA
La unidad móvil pertenecía al empresario
minero don Roque Durand, que conducía los dos centros metalúrgicos y trabajaba
en las minas de Mercedes, San Francisco y Banco.
Lo inquietante de éste hecho es la
pregunta: Cómo llegó ese carro al Asiento minero de Huallanca si no había
carretera de acceso. He aquí la respuesta. Don Roque Durand tenía la
necesidad de controlar ambas haciendas
ubicadas en los extremos del pueblo. Además, recorría hasta el puente Arequipa (a 8 Km. río arriba
del Ishpaj) porque ya estaba construida la vía durante el tercer periodo del
Presidente Leguía (1930), dentro del
Plan Vial de salida a la costa, pero se
truncó el proyecto sin tener conexión con otros pueblos.
En esos tiempos los minerales de
Huallanca eran transportados a Cerro de Pasco en acémilas por caminos de
herradura, junto con los quesos, cueros y carne, de allí por ferrocarril a Lima
y Callao. De retorno llevaban maquinarias, insumos, combustibles para las
minas, más mercaderías para las casas comerciales de Huallanca.
En esos viajes de arrieros, desde la
capital minera de Cerro de Pasco llevaron el carro, por partes y piezas, sobre
el lomo de los caballos y mulos, en un viaje de más de ocho días por caminos de
herradura, atravesando cerros, quebradas y ríos; al compás de los chicotes y
espuelas, en una travesía de más de 50 leguas (250 kilómetros).
ALEGRIA SOBRE RUEDAS
El empresario don Roque Duránd, tenía su
residencia junto al pueblo (hoy local PNP), vivía con su familia. Era tan buena
gente el dueño el vehículo que, sus menores hijos compartían con otros niños y subían al carro, entre ellos Luis Astete;
pasear de Chasinragra al puente Santa Rosa, cruzando por las principales calles
empedradas. Un regocijo para los niños de esa época, de movilizarse sobre
ruedas apreciando las casas con techos de paja y paredes blancas, las chimeneas
de los centros metalúrgicos, el desfile de las recuas y arrieros que bajan los
minerales de los cerros; al pasar los
puentes San Juan y Santa Rosa ver las aguas cristalinas de los ríos Ishpaj y
Torres, más los cerros mineralizados que protegen el pueblo y apreciar el
verdor de los eucaliptos sobre las huertas y chacras.
LA PROEZA DE UN EMPRENDEDOR
Para el empresario minero la idea fue llevar progreso a Huallanca, pese a las dificultades de la época, de contar con un carro para la actividad minera aún sin carretera; era un reto para plasmar en realidad. El hecho de diseñar y fabricar piezas y accesorios del vehículo para luego trasladar, en partes, por acémilas, para luego ensamblar en Huallanca. Todo fue posible gracias a la acción decidida y capaz del empresario y sus colaboradores, desde los sufridos arrieros hasta los técnicos de los talleres de la maestranza; sólo por el espíritu de emprendedor con visión de futuro que se adelantaron al tiempo.
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09-06-2022