EL CIRCO DE NUESTRA POLÍTICA
Rolando Húbner Marcos
Picón
Hace 88 años Enrique
Santos Discépolo escribió el tango argentino “Cambalache” y la primera estrofa
dice: “Que el mundo fue y será una
porquería, ya lo sé en el 510 y en el dos mil también. Que siempre ha habido
chorros, maquiavelos y estafados. Contentos y amargos, valores y doble”. Un tango que no pasa de moda porque sus letras
nos muestran nuestra realidad, con viejas verdades, enseñanzas y creo hasta
profecías de una sociedad que poco o casi nada ha cambiado.
Las primeras acepciones
del término cambalache que encontramos es “canje
o permuta que se desarrolla bajo condiciones poco claras o que involucra a
elementos de escaso valor”.
El presidente de la república,
Pedro Castillo Terrones, acudió al congreso un día después de haber sido
admitida, con 76 votos a favor la moción de vacancia presidencial por
incapacidad moral permanente; objetivo que persigue parte de la oposición que
aún no puede aceptar el triunfo del profesor.
“Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor,
ignorante, sabio o chorro, pretencioso estafador. Todo es igual, nada es mejor,
lo mismo un burro que un gran profesor”, dice el tango, y
podemos traducirlo a nuestra realidad y decir que nuestra política nacional se
ha convertido en una inmundicia, donde la mediocridad, los arreglos bajo la
mesa, la corrupción, los tratos y contratos poco claros, los cálculos políticos
de sumas y restas parece una marca de fábrica con la que llegan nuestros
representantes a ambos poderes del estado.
Nuestra democracia se
muere, la población esta polarizada, y la enfermedad letal que está padeciendo
nuestra democracia es la insignificancia, el capricho, el individualismo, la
falta de tolerancia; en doscientos años no hemos aprendido a vivir como
hermanos y le hemos confiado nuestro futuro a unos ciegos que no ven más allá
de sus intereses particulares o de grupo.
La tómbola corrupta que
gira esperando que salga la ficha correcta o la ruleta rusa, que espera el
blanco y ver cuál de los poderes se elimina primero; ha dado como resultado una
política sin lealtades, donde la conciencia, los votos y opiniones se manejan
de acuerdo a las retribuciones que se puedan sacar y es como hemos llegado a
tener líderes de opinión, tecnócratas, empresarios y políticos sumados y sin
reparo a la corrupción, alentando el supuesto milagro peruano, donde la lucha
era quién jala el pedazo más grande de la torta.
Cuando la duda es mayor
que las certezas, vale mirar las calles y nuestros políticos deben sentir el
rechazo casi total de la población ya nadie cree en nadie, la desconfianza a
nuestras autoridades es casi total y va ser difícil revertirlo, ponerse de
espaldas a los principales problemas que como pueblo tenemos y sólo perseguir
los temas de agenda personal como lo hace el congreso es una manera, o prometer
luchar contra la corrupción y que caiga quien caiga y no cae nadie es otra,
mientras en las calles y plazas los gritos que se escuchan son “que se vayan todos” . La gente siente
que está pasando de la esperanza e ilusión al engaño y la decepción, a la
rabia, la bronca; mientras los
fujimoristas celebran que el Tribunal Constitucional restablezca el indulto
concedido al expresidente el 2017 en un negociado político donde se cambió
indulto por no vacancia, otro cambalache político.
La gente protesta,
grita, cierra carreteras, se cierran importantes proyectos mineros cuando el
precio de los minerales están por las nubes y debemos aprovecharlo para salir
de la crisis. Nos ha demostrado la incapacidad política del gobierno que está
más preocupado en cómo defenderse de las acusaciones que día a día van saliendo
y el torpe y hasta caótico manejo para solucionar los problemas y salvarse unos
días más de la vacancia. Lo que sorprende es como los partidos políticos no han
sido capaces de darnos una representación política ordenada, capaz de estar a
la altura de los grandes problemas y desafíos que como país enfrentamos.
Y en este circo
escandaloso de la política nuestra cabe preguntarnos: ¿A dónde vamos como país?,
¿Cuándo se discutirá temas verdaderamente importantes para el país?, ¿Cómo quieren nuestros políticos que sea el
país en los próximos 20 o 30 años? No queremos redentores que nos lleven por el
camino de la inflación, el desgobierno y el autoritarismo, no necesitamos
autócratas corruptos que buscan su bienestar y el de su grupo, no queremos
caudillos antidemocráticos ni militares que se creen sábelo todos, no queremos
políticos manchados por el escándalo, el robo y la corrupción, no necesitamos
charlatanes ni vendedores de grasa de culebra, ni principiantes de la inmoralidad. Necesitamos personas
decentes, políticos que respeten las reglas y leyes. ¿Será mucho pedir? para
que este cambalache en que han convertido nuestra política cambie.
Desde que nuestros
políticos o sus asesores en la sombra descubrieron que la constitución política
tiene armas para destituir al presidente; se está haciendo regla la vacancia
presidencial, es que quienes hoy están en nuestro congreso no han entendido que
el uso de estas normas es para casos excepcionales y no porque no te gusta el
presidente. Hoy la lucha está declarada el poder ejecutivo amenaza con disolver
el congreso, mientras el legislativo trivializa la vacancia presidencial, y el
pueblo tienen que sufrir todo este desacierto.
Me voy para seguir
escuchando el tango argentino que termina así. “Si es lo mismo el que labura
noche y día como un buey, que el que vive de las minas, que el que mata, que el
que cura o está fuera de la ley”.