El silencio de los buenos
Rolando Húbner Marcos
Picón
Ayer recordé con mucha
preocupación el silencio de los buenos, de los mejores, y me pregunté: ¿Por qué
tanto silencio? ¿Por qué callamos? ¿Por qué no protestamos?, ¿Por qué no
opinamos?, ¿Por qué preferimos mantenernos al margen de los problemas que como
pueblo tenemos? Para evitar la polémica dicen: guardar silencio, mirar para
otro lado, volvernos ciegos, indiferentes, y pasivos.
Falta sólo ocho meses
para que llegue a su fin un gobierno municipal, más la ilusión por una nueva
forma de gobierno, honesto, comprometido con el pueblo; poco a poco se fueron
yendo al basurero del desencanto, y de pronto pareciera que volvemos al mismo
circo que ya conocemos con actores diferentes; a observar lo de siempre: los
chismes, las medias verdades, acusaciones, insultos, conspiraciones, amenazas y
quiénes dicen ser los buenos desde las tribunas; no saben si aplaudir o guardar
silencio y parece que la gente mala ha usado el tiempo con más eficacia,
mientras los buenos nos hemos callado, hemos mirado para otro lado. Decía el
gran Martin Luther King: “Tendremos que
arrepentirnos en esta generación no simplemente por las palabras y acciones
odiosas de las personas malas, sino también por el espantoso silencio de la
gente buena.”
Los problemas que
aquejan a nuestro pueblo no sólo son producto de las acciones malas, de
decisiones erradas o amañadas, de la corrupción, de la falta de capacidad de
gasto, de la falta de gestión, transparencia o la desidia de quienes dirigen
los destinos de nuestro pueblo, sino también en mayor medida de nuestra actitud
contemplativa, de indiferencia, de creer que los problemas de los otros no nos
importa; ese individualismo malvado que se ha apoderado de nuestra sociedad y
nos ha llevado a olvidar al otro, debe
ser desterrado. Nuestras autoridades que
llegan a este último tramo de la carrera ya sacando lengua, pidiendo hora, o
esperando que llegue el fin de un gobierno municipal más, que se va sin
haber marcado la diferencia.
Nuestros dos últimos
gobiernos municipales no han sido nuevos en la función pública, sin embargo el
exceso de confianza o el pragmatismo, ha convertido a nuestras autoridades en
autoritarios y vivir en un permanente enfrentamiento con sus regidores, donde
los primeros han pretendido actuar como si gobernaran solos sin regidores a
quienes involucrar en los planes y proyectos que como pueblo se tiene, sin
rendirle cuentas a nadie, sin buscar ayuda, preguntar intercambiar pareceres,
negociar y comenzar a cumplir con cada uno de las promesas de campaña. Dicho en
palabras simples, a nueve meses para el fin de este periodo de gobierno municipal
queda la frustración, la desconfianza. Y el sueño de cambio, de pasar a la
historia como un gobierno diferente, un referente en la política local se
desvaneció y no hubo nada diferente; el alcalde se queda solo, los regidores
por su lado y el pueblo con los mismos problemas de siempre.
Nuestra indiferencia,
nuestra individualidad, la fragmentación de nuestra sociedad son realidades
aunque dolorosas que no podemos cubrirlo con decir: “Huallanca, Tierra Hermosa Rica y Generosa”, lo increíble es que a
pesar de nuestro penoso egoísmo, casi todos dormimos tranquilos, mostramos en
nuestras redes sociales imágenes de lo felices que somos, mientras en nuestro
medio o como dirían nuestros abuelos, en nuestras narices se destruye la
hermosura de nuestros paisajes naturales, se contaminan nuestras aguas, se
destruye el futuro de las tierras que tomamos prestado de nuestros hijos,
nuestra conciencia esta adormecida por el consumismo, el dinero, y “la buena vida”
Nos han vendido la idea
que nuestras vidas es como la aritmética, sumas y restas, cifras y datos. Espero
no ofender a nadie, sé que muchos nos creemos buenos, los correctos, porque no
hemos hecho nada malo, siempre hemos actuado dentro de la ley, pagamos nuestros
tributos y los servicios que se nos brinda. ¿Pero qué hemos hecho por nuestro
pueblo, por nuestro barrio, por los niños, por preservar la hermosura que Dios
ha puesto en nuestra tierra? ¿Qué hemos hecho?, nada; esa indiferencia y
pasividad por el bien común es lo que me preocupa, ese silencio cómplice de los
buenos me dice que algo estamos haciendo mal como sociedad.