Una navidad diferente
Rolando Húbner Marcos
Picón
Este año tendremos una
navidad diferente para todos, motivado principalmente por la crisis sanitaria
que estamos viviendo; pero no será peor o mala, será una celebración sin
fiestas espectaculares, y es nuestra responsabilidad celebrarlo con prudencia,
mucha precaución porque la pandemia global ocasionada por el Covid aún no ha
terminado; entonces prudencia sería igual al uso obligatorio de doble
mascarilla, lavado continuo de manos, respetar la distancia social y evitar
sobrepasar los aforos en los locales cerrados. Entonces vamos a festejar esta
navidad en casa con una cena familiar muy íntima y con la esperanza que el
próximo año será mejor.
Pero el agua clara y
dulce de los puquiales, aquella de la que se enamoraron los foráneos y se
quedaron están desapareciendo; nunca más la esquinita linda será recuerdo de
amor, ni volverá a escuchar el sonido de las guitarras y el cantar desafinado
de jóvenes enamorados; en las calles ya no volverán a oír el sonido acompasado
del pisar de los caballos de algún chalán que llega o sale rumbo a las punas
frías, silenciosas y nostálgicas; ya no verán el ponchito de lana que nos hizo
nuestras madres, ese ponchito color canela, que fueron hechas por las manos
divinas, hoy ya nadie usa poncho; también cuando vuelvan encontrarán cercas
sobre todo los campos que creíamos nuestros, los ríos, riachuelos, los
manantiales, el Bosque del Amor, Sheglla, Chashín, Gaganani, Ogopampa y San Cristobal
tienen dueños, no eran nuestros, sólo fue una ilusión cuando éramos libres,
felices, cuando éramos niños, a decir de nuestras madres cuando corríamos como
cabras. El mundo en verdad es ancho y ajeno.
Al fondo no hay sitio
para más, todo empezó con la globalización y el libre mercado, cuando alguien
nos convenció que tener dinero era tener éxito, sin importar como lo logras, el
poder del dinero, el reconocimiento, la gloria del éxito, la libertad, los
trabajos estresantes en jornadas de doce a catorce horas, nos cambiaron la
visión del mundo y nos volvimos individualistas, solitarios, egoístas y nos
olvidamos de vivir en comunidad.
Que esta navidad nos
permita hacer una pausa, para retroceder el tiempo y analizar lo vivido, que
las sillas vacías en la mesa no traigan más lágrimas, ni dolor, que sea
símbolos de fe y esperanza; que el nacimiento del niño Jesús sea portador de
alegría, de unión, de fortaleza ante la adversidad; que lo vivido en estos dos
años de pandemia sirvan para unirnos más como pueblo, como vecinos, como
familia, y trabajar juntos aquel sueño compartido de ver un Huallanca próspero
fruto del trabajo compartido de sus hijos.
Tenemos que entender y
respetar nuestro pluralismo como pueblo cosmopolita, nuestra diversidad, la
unión de quiénes piensan y creen de manera distinta, aumenta nuestra
potencialidad como sociedad. Vamos a aprender como pueblo a sumar, a
multiplicar en lugar de dividir, esto va a permitirnos ser felices y realizados; dejemos que de
nuestra diversidad nazca las mejores ideas para caminar rumbo a un pueblo cada
vez más próspero, no permitamos que nadie sobre en el sueño de un Huallanca
mejor.
Que el amor, la unión y
la esperanza, que son el verdadero significado de la navidad, nos convierta a
todos los huallanquinos en una gran familia capaces de vencer los retos y
adversidades que la vida nos pone; que nos encamine hacia un 2022 lleno de paz,
inclusión y crecimiento, sobre todo para los jóvenes y niños que son el
presente y el futuro de esta gran tierra llamada Huallanca. Estos son mis
deseos para todos ustedes en estas fiestas.
Un gran abrazo.
¡FELIZ NAVIDAD!