Perú, un país adolescente
Rolando Húbner Marcos Picón
En el año 1958 el político, periodista,
crítico literario, historiador, narrador y, sobre todo maestro, Luis Alberto
Sánchez, publicó la primera edición de su libro “PERÚ RETRATO DE UN PAÍS ADOLESCENTE”,
enfatizaba esa cualidad propia de la adolescencia que es la inmadurez; han
pasado 63 años y los peruanos hemos comprobado que casi nada ha cambiado y
vemos con preocupación una pugna entre el poder ejecutivo y el legislativo, hay
quienes lo han calificado como la guerra de poderes, ¿se puede llegar a un
entendimiento, a un consenso para trabajar en favor de las grandes mayorías sin
llegar a los extremos del juego sucio? Es casi imposible si el objetivo es
destruir o eliminar a uno.
Ambos poderes han
cometido errores que nos han llevado a esta situación de inestabilidad política
que no favorece el desarrollo económico; el sector empresarial ha mostrado su
preocupación por esta situación de inestabilidad. Si nuestros políticos
entendieran que la estabilidad económica y la estabilidad política son las
banderas que nos van a permitir crecer y generar bienestar para todos, y la
tarea de ambos poderes es buscar consensos para empujar el carro en la
dirección correcta, entonces hablaríamos de madurez política, olvídense por un
momento de sus ambiciones personales, de sus resentimientos dejen ese
revanchismo improductivo que tanto daño le hace al país.
Escuchamos todos los
días a nuestros líderes de opinión decir que somos un país bananero, con una
economía empresarial, lobista, informal, y algunos hasta dicen que somos un
país sin ciudadanos como queriendo culparnos del desastre y del laberinto al
cual nos han arrastrado como sociedad y en este laberinto vemos que todos
corremos por nuestro lado para salvarnos o morir en el intento de salir de este
marasmo.
Y para comprender lo
que esta pasado no es necesario ser experto, la fragmentación, la división de
los partidos, los vientres de alquiler, grupos que se juntan por intereses
particulares, sin ideología, y cuando ya no entiendes que quiere decir, de
derecha, de centro o de izquierda, porque los partidos políticos han dejado
hace tiempo de ser la expresión de representación política y social para
convertirse ahora en refugio del oportunismo, del individualismo y hasta del
vandalismo.
La realidad nos muestra
que nuestros políticos, salvo honrosas excepciones, parecen exhibicionistas de
un show mediático, donde la característica común es el escándalo, el robo, la
mentira, la corrupción entonces la política es vista como un mercado donde todo
se compra y se vende.
El Perú es también un
país destruido y en pedazos una especie de rompecabezas, difícil de armar
porque carecemos de una imagen, de un sueño, porque no tenemos un futuro
compartido, donde cada uno de nosotros tenemos una tarea que cumplir. Que
legitimidad puede tener un gobierno con el 25,8% de aprobación y el 62.1% de
desaprobación petardeado por un congreso igual o peor con un 22% de aprobación
y un 70% de desaprobación ¿Qué legitimidad pueden tener con este nivel de
aprobación los elegidos a guiar los destinos de nuestra patria? Los llamados a
recomponer, reconstruir este nuestro país, que cada día se hunde más sin que
nadie haga nada.
Los últimos
acontecimientos vividos así lo confirman: la vacancia presidencial, el ascenso
en la policía nacional, la gira de la presidenta del congreso por España, las
gestiones de otro líder político en EE.UU, no hacen más que confirmarnos que
vivimos en un país en decadencia.
Somos nosotros un
pueblo que se pregunta después de 200 años de nuestra independencia que somos y
que queremos hacia dónde vamos a la cima o a la sima, que país tenemos que
construir colectivamente, para recordarle a los que nos gobierna por si no se
han dado cuenta que nuestra crisis social política y económica está en caída
libre, y dejen ya ese revanchismos que nos está llevando al abismo y comiencen
a trabajar la agenda común en bien de todos.
Han pasado 200 años son
contextos distintos cuando empezamos como república independiente, son otros
actores, sin embargo lo sucedido esta última semana nos obliga a preguntarnos,
por qué repetimos siempre los mismos errores, hechos y situaciones, entonces
será cierto lo que se dice “un pueblo que olvida su historia está condenado a
repetirla”, porque seguimos viviendo en un pasado que parece que se niega a
pasar, no podemos seguir en una estabilidad mediocre, nos merecemos un país
mejor.