RECORDANDO AL GRAN MAESTRO
RAÚL CÓRDOVA ALVARADO
Por: Luis Barrenechea
Martel
Gratas vivencias
afloran cuando trato de escribir sobre alguien que dejó buena huella en toda
una generación de huallanquinos que asistimos a la única escuela primaria para
varones en los años cincuenta del siglo pasado.
El maestro Raúl Córdova llegó muy joven a Huallanca, en
1951, y ejerció una innovadora docencia.
Lo recuerdo como si
fuera ayer, ingresando por el pesado zaguán de la casa para hablar con mi
padre, quien ya estaba al tanto de su arribo, luego de un largo viaje a caballo
desde La Unión, cuatro leguas aguas abajo de Huallanca sobre el río Vizcarra,
afluente del Marañón. Había un especial interés de mi parte en este personaje.
Era el nuevo director de la Escuela de Varones N° 393 (hoy 32226), centro
educativo al que en pocos días debía ingresar a cursar la educación primaria.
Tenía 6 años.
Mi primera profesora y maestra fue mi madre, era la directora en la escuela mixta adonde asistí desde muy temprano. Me enseñó las maravillas del saber y el aprender jugando, algo que recalcó cuando nos despedimos para siempre, ella de 27 años yo de 5, “cuida a tu padre y a tus hermanas. Estudia mucho, de otro modo no podrás hacerlo”. Eso marcó mi vida.Escuché la primera conversación entre estos dos pelirrojos (Raúl Córdova Alvarado-Luis Barrenehea Herrera), que serían los responsables de enseñarme el significado de lo prometido a mi madre, y cómo cumplirlo.
SE ADELANTÓ A SU TIEMPO
Hablaba don Raúl de
implementar un sistema de educación moderno, no tradicional, y de los
desencuentros iniciales que podrían surgir con algunos profesores y padres de
familia conservadores, a veces reticentes a los cambios. Pedía el apoyo de mi
padre, como gestor de su venida, futuro profesor de su hijo, conocedor y
persona de reconocida ascendencia en la localidad. Su propuesta, dijo don Raúl,
había sido aprobada por sus superiores de Huánuco, a donde pertenecía Huallanca
en esa época.
En esta reseña no
trataré sobre temas técnicos de la docencia, no tengo el conocimiento ni la
intención de hacerlo, solo relatar un novedoso ciclo educativo, en un lejano y
pequeño pueblo a 3560 msnm enclavado en los andes peruanos y lo mucho que nos sirvió
en la vida.
Don Raúl resaltó la
importancia de descubrir, en los tempranos años, las aptitudes de cada uno de
sus alumnos para, de acuerdo con eso, ir desarrollando sus vocaciones y
aficiones. A los profesores les dio la oportunidad de enseñar los cursos y
temas en los que se sintieran más cómodos, además de encargarles otras tareas
complementarias. Hace más de setenta años, se adelantó en mucho a su tiempo, el
enseñar y estudiar con alegría era un regalo para todos.
PROFESORES POR
ESPECIALIDAD
Empezó cambiando la
norma de un profesor por salón, a tener profesores por especialidades para los
diferentes niveles, algo que permitió que nos guiara en el primer año el
bondadoso y tolerante maestro don Almanzor Mori Picón, con la tarea adicional
de encausar nuestro andar fuera de las aulas, acorde a una vida con valores.
El siempre serio
profesor Raúl Llanos Picón fijó la bella escritura tipo Palmer y una buena
ortografía en la mayoría de los alumnos, además de aprender a declamar poesías
en correcto castellano y tener un conocimiento básico sobre las notas
musicales. Mi afición por la lectura, se la debo a él.
El profesor Javier
Lozano Agüero, siempre inquieto y dinámico, tuvo a su cargo impartir
conocimientos sobre historia y geografía, además de la promoción del deporte y
la organización de los diferentes eventos y actividades fuera del colegio.
A maestro Luis Espinoza
Rubina lo tuvimos como profesor poco tiempo, continuó su carrera docente en
Lima.
Don Raúl Córdova se
encargó de enseñar matemáticas en los diferentes niveles, algo que en mi caso
dio en la yema del gusto, porque en el primer semestre del cuarto año concluí
con aritmética, en el segundo semestre me enseñó principios de álgebra. En el
quinto año aprendí geometría y trigonometría básica. Fuimos dos de los siete
compañeros de esa promoción los beneficiados con esa experiencia. —Si deseas
serás ingeniero— fue su recomendación final, así fue.
VERDADERA ESCUELA PRE
VOCACIONAL
Conocía y enseñaba a
sus alumnos, con motivante entusiasmo las diversas técnicas sobre:
* Carpintería y ebanistería. Confeccionó los muebles de
la oficina de la Dirección, con puerta siempre abierta a la calle.
* Taxidermia. ¡Tenía un gato a sus pies!
* Pintura al óleo. Dejó hermosos cuadros en su oficina.
* Escultura con arcilla. Los bustos de Grau y
Bolognesi nos daban la bienvenida en el vestíbulo de ingreso a la escuela.
* Trabajos en alto relieve, de papel picado, sobre los
diferentes sistemas de la anatomía humana.
* Curtiembre, pieles de perro para tamboriles y de
cordero tipo badana para brazaletes insignias en los uniformes.
* Confección de globos aerostáticos, que se elevaban al
cielo como corolario de los paseos de antorchas de fiestas patrias y en
ocasiones especiales.
* Bordado de estandartes con hilos dorados.
* Otras artes y oficios.
En cada uno de los trabajos que dejó como recuerdo para nuestra escuela participaban los alumnos por voluntad propia y de acuerdo con sus innatas habilidades. Era una agradable libertad el escoger entre un abanico de posibilidades, para una buena educación complementaria.
Pocos años después se
incrementó el plantel de profesores con don Eloy Reyes Castillo en mecánica y
un taller donde aprendimos a manejar el tornillo de banco, la sierra metálica,
tijeras de hojalatero, alicates, lijas, cinceles y herramientas confeccionando
cadenas, cucharones y otros utensilios.
Con Augusto Zavala,
otro joven profesor, se desarrolló dos espacios de aprendizaje sobre agricultura,
un jardín ornamental entre los dos arcos del puente de calicanto San Juan
ubicado frente a nuestra escuela y un huerto escolar en Chashín, cercano predio
de uso público.
El auxiliar, don
Gerardo Pozo, encargado del cuidado y mantenimiento del local completaba el
equipo.
Fueron lecciones
básicas y útiles para cualquier persona.
Contábamos con una
pequeña imprenta donde se editaba “Ecos del 393”, un boletín informativo con un
espacio para los alumnos que se animaban a redactar algo. También teníamos un
periódico mural donde se anunciaba el programa semanal, con el salón y los
actores que participarían cada mañana antes de ingresar a aulas, en los 15
minutos culturales, relatando un cuento, entonando una canción, recitando una
poesía o cualquier manifestación artística.
Un salón de actos con
telones confeccionados con la misma modalidad participativa, donde se
realizaban veladas y actuaciones cívicas, lugar no grato para mí porque el día
de la madre, además de ir a la escuela con una flor blanca en el pecho, no roja
como todos, era el indicado a recitar la poesía dedicada a la madre ausente,
terminaba siempre llorando.
La pequeña piscigranja
no tenía más de veinte truchas a las que alimentábamos y, al llegar a adultas,
regresábamos al río frente a la escuela. Un cóndor, cazado por el aventurero
“Chodo” Márquez, fue huésped por un tiempo en una jaula grande construida para
criar conejos, mientras se reponía del maltrato sufrido, verlo volar recobrando
su libertad fue un espectáculo inolvidable, por su belleza y significado.
Los concursos de
medición de conocimientos con la Escuela de Mujeres N° 394 (hoy 32227), eran
interesantes y ejemplares lides, con asistencia de los padres de familia como
invitados.
La disciplina era rubro
importante, sobre todo en nuestro comportamiento social. Para quiénes “no
entendían por las buenas” estaba un famoso fuete al que llamábamos ronzal.
Un gimnasio al aire
libre con paralelas, argollas y trapecio servía de distracción a los más
fuertes durante los recreos.
Se colocó un mástil
gigante en el frontis de la escuela, donde todos los sábados al mediodía, hora
de salida, se izaba el pabellón nacional, acto que servía como práctica para
una banda de guerra muy bien equipada.
CONOCIENDO HUALLANCA
Los paseos de un día a
las cercanías eran aventuras grupales, con precaución, sembrando identidad y
solidaridad:
* Aguas termales de Azulmina,
* Pesca con lanza de truchas gigantes de río en Tunawaín,
* Ruinas de los gentiles en Shipán,
* Antigua mina Mercedes, donde nos recibieron los
viejos mineros Agustín De la Puente y Emilio Martel quienes nos guiaron por los
oscuros socavones y las labores mineras, y también el herrero y tío abuelo
Pedro Barrenechea Llanos que nos mostró cómo operar una fragua con carbón de
piedra y los secretos para aguzar y templar los barrenos de acero para perforar
la roca —el punto para sumergirlos en el agua es el color pecho de paloma—
decía.
* La laguna Contaycocha de color turquesa, en ese
entonces
* El bosque húmedo con quenuales y los helechos nativos
de Quitacalzón, subiendo por un camino real tallado en la roca y compitiendo
con el río Torres.
-El cerro Carpintero y otros bellos lugares para
observar Huallanca.
EXCURSIONES A PUEBLOS VECINOS
Empresas de mayor envergadura fueron las excursiones a
caballo de más de dos días, lugares que recuerdo por las clases magistrales de
los profesores en cada sitio:
* Chavín de Huántar la milenaria cuna de nuestra
cultura.
* Huánuco Pampa la gran capital del Chinchaysuyo del
Imperio de los Incas
* Granja Conobamba camino a La Unión, al que accedíamos
luego de saludar al caballero Exalto Luna y pasar por un puente y camino Inca,
allí residía don Juvenal Recavarren Aldave y sus bellas hijas, con las que años
más tarde cultivé una especial amistad.
-Baños, en el alto Marañón, pueblo amigo con
innumerables fuentes termales.
INOLVIDABLE MAESTRO
Don Raúl Córdova Alvarado fue un hombre respetado y
respetuoso dentro y fuera de las aulas, disciplinado, abstemio, polifacético,
de una hiperactividad constructiva y gran arquitecto de hombres del futuro.
Lo visité, muchos años
más tarde, en Huánuco. Conservaba su prodigiosa memoria en su enciclopédico
cerebro. Hablaba con gratitud de su estadía en Huallanca, mientras doña Mabel
Facundo de Córdova, siempre amable, servía un exquisito café huanuqueño
recordando que, recién casada, fue la primera directora del Jardín de la
Infancia de Huallanca. Su esposa Mabel, docente, fue una gran difusora y
estudiosa del folklore huanuqueño, en especial, de las costumbres y trajes
típicos, directora de la Asociación Cultural Huánuco Canta y Baila.
EL MEJOR HOMENAJE AL GRAN MAESTRO
Cuando en 2002, desde
la alcaldía, decidimos honrar su memoria bautizando con su nombre al Centro
Educativo Nº 32226, ceremonia en la que nos acompañó su esposa y su hija,
también llamada Mabel, no hicimos sino agradecer, para siempre, lo mucho que
aportó al desarrollo humano de nuestra querida patria chica, “Huallanca, tierra
hermosa, rica y generosa”.
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RESUMEN DE LA BIOGRAFÍA
DE DON RAÚL CÓRDOVA ALVARADO
Nació en Llata, Huamalíes, Huánuco, el 10 de
septiembre de 1921.
▪ Medalla de Oro del Colegio Guadalupe.
▪ Título de Profesor del Instituto Pedagógico Nacional
de Varones de Lima (hoy Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y
Valle” La Cantuta.
▪ Ciencias de la Educación, post grado Universidad San
Antonio Abad del Cuzco.
▪ Administración educativa, Instituto de Cultura
Peruana, UNMSM.
▪ Profesor en Pachas, Huallanca y Huarichaca (Panao).
▪ Docente en la Escuela Normal Mixta “Marcos Durán
Martel” (Huánuco) y el Instituto Superior Pedagógico “Hermilio Valdizán” (La
Unión).
▪ Dirigente magisterial: presidente de APAFA,
directivo del Rotary Club y regidor de educación y cultura del Consejo
Provincial de Huánuco, entre otros cargos.
▪ Prolijo amauta, autor de muchos libros, y publicó
artículos en diversas revistas y diarios.
▪ Recibió las Palmas Magisteriales y Laureles
Nacionales en el grado de Educador en 1991.
Falleció el 15 de febrero de 1997, en Huánuco.