Aún estamos en guerra
Rolando Húbner Marcos
Picón
Se ha levantado el
estado de emergencia en Huallanca y muchos piensan que, todo se acabó, que
somos inmunes, que el virus desapareció, y que ya se puede hacer una vida
normal; nada más falso y alejado de la
realidad. Algunos líderes políticos y el alcalde se vieron obligados a salir, a través de los medios de comunicación, a
pedir que la ciudadanía siga respetando los protocolos de seguridad; en su
mensaje no ha cesado en pedir empatía,
unidad, luchar juntos, el uso obligatorio de las mascarillas, el
distanciamiento social, e incluso pidió si hay establecimientos donde no se
cumplen los protocolos de seguridad; no compremos ahí. Huallanca según el reporte actualizado por la Dirección
Regional de Salud de Ancash, al día 08 de agosto del 2020, tiene 60 casos
confirmados al Covid 19; de los cuales 52 ya se recuperaron.
No podemos bajar la
guardia; el comportamiento irresponsable de algunas personas, el relajamiento
nos van a pasar factura y la cifras van a ser impagables, o las vamos a tener
que pagar con la vida de nuestros propios ciudadanos, amigos, vecinos,
familiares. Hace tres meses la llegada de éste virus era algo lejano, algo que
pasaba sólo en las grandes ciudades; sin embargo, en estos últimos meses hemos
sido testigos de lo letal que es éste flagelo porque arrebató la vida a muchos
amigos y conocidos. El virus está entre nosotros, tenemos que seguir con los
controles de temperatura, lavado obligatorio de las manos, desinfección de
espacios públicos, plazas, parques, calles; evitar las aglomeraciones, mantener
la distancia social, el seguimiento y orientación a los pacientes que están
saliendo positivo, y la cuarentena obligatoria a todos los que llegan a Huallanca.
Se acabó el mes patrio,
mes de tradición de corrida de toros, de nuestra variopinta oferta de
celebración que nos sorprendió con una nueva normalidad que nos permitió ver
las tardes taurinas por televisión; no escuchamos a la banda de músicos con lo mejor
de su repertorio tocando en la plaza de armas; no bajamos al centro de la plaza
de toros a bailar nuestros huaynos preferidos, a confundirnos en un abrazo;
compartir la alegría de nuestra gente; no escuchamos frases conocidas, como:
“la salida del primer toro bravo”,
“tranca afuera toro bravo”, o el “aywuallay huayta Pancho Zelaya”;
tenemos una nueva realidad, una nueva forma de convivencia.
La crisis sanitaria no
puede impedirnos a mirar cómo vamos, qué estamos haciendo para evitar los
contagios, cómo queremos salir; porque a pesar de los costos tan altos que
tenemos que pagar por nuestra irresponsabilidad, en algún momento, vamos a
salir de ésta crisis, y tenemos que pensar que cuando ese día llegue y nos
encontremos renovados, reinventados después de este confinamiento obligatorio,
podamos volver más solidarios con sueños nuevos, retos aún más serios, de
buscar realmente una convivencia más amigable con nuestro ecosistema, y proyectarnos en su momento a un futuro,
mediante nuestros deseos y sueños.
Por ahora nuestra tarea
inmediata es salir triunfante de esta guerra, derrotar a este virus, y cuando
esto termine realmente salir si se quiere a festejar que estamos vivos, a
visitar amigos y familiares, a confundirnos una vez más en profundos abrazos y
llantos de alegría; por ahora eso sólo es un deseo.