Entonces qué: ¿vamos ganando o
perdiendo?
perdiendo?
Rolando Húbner Marcos Picón
En esta guerra que no la iniciamos nosotros pero ya formamos parte de ella, después de cuarenta días de encierro podemos decir que nos encontramos divididos, fragmentado y relativamente; ambas opciones son ciertas. Estamos ganando porque de alguna manera estamos frenando la expansión masiva de este virus, y seguro muchos dirán estamos perdiendo por la irresponsabilidad de quienes no cumplen con la cuarentena, y entonces escuchamos: necesito salir porque tengo hambre, mis hijos, mis hermanos, mi familia tiene hambre.
El éxodo masivo de personas tratando de regresar a sus pueblos y dejar el centralismo limeño; aquella abrumadora realidad donde miles de personas despojadas y sin nada, tierra, trabajo, alimentos, sin un techo donde vivir, salud, respeto, salen a las calles a emprender un viaje a pie, con las ilusiones ya perdidas, de retornar a la tierra donde vieron la luz; es una realidad la estamos viendo todos los días, muchos van a ir llegando a Huallanca, no podemos negarles el ingreso, porque ellos también son hijos de este pueblo, son nuestros amigos, familiares, parientes, o conocidos, a ellos les pedimos por responsabilidad, civismo y empatía, quédense en sus casas catorce días, ya habrá tiempo de salir a las calles.
Caminan lenta y pesadamente cargando lo poco que les queda, no sé si pesa más la mochila que llevan o que de un zarpazo le hayan arrebatado sus sueños, en este valle de lágrimas, acongojados, con esperanzas truncas, ilusiones perdidas, lloran porque las penas de la vida se han vuelto crónicas, porque la crisis y la pandemia les están obligando a partir, lloran y no saben bien por qué; es que hay dolores que oprimen el pecho y escapan de toda descripción y análisis.
Más allá de las declaraciones optimistas y una visión simplista de nuestro Alcalde a un medio de comunicación nacional, me parece más llamativo el optimismo de algunos ciudadanos con la frase “yo me sumo” pero nuestra realidad no lo podemos tapar con un dedo, ésta pandemia ha dejado al descubierto la situación precaria de nuestro sistema de salud, que no es nuevo, porque ésta crisis de salud se viene denunciando desde hace décadas, los servicios de salud lamentablemente no han podido responder a las necesidades fundamentales, ni básicas de un modo satisfactorio, y no es lo mismo vivir en una ciudad que en un distrito donde se siente claramente los problemas de sanidad, la falta de equipamiento, personal especializado, sin atención de emergencia, además queda claro que no sólo es la falta de infraestructura.
La expansión de la pandemia nos está mostrando también la propagación del virus ideológico, noticias falsas, teorías falsas, la chismografía, el teléfono malogrado, las noticias catastróficas de las redes sociales; hacen más daño que la propia enfermedad; evitemos esto.
Ayer una amiga me recordaba de cómo combatíamos el resfrió, el dolor de barriga, los bronquios, el dolor de oído; con los secretos de la abuela, o con los remedios de mamá; fueron para nosotros la primera manera de tratar una enfermedad, para el estómago: agüita de orégano, hierba luisa, para los dolores de barriga anís, para los bronquios, nuestro calentado de azúcar quemado, escorzonera, huamanripa, eucalipto, cedrón y limón; para el dolor de articulaciones la grasita de zorrillo; aunque en los últimos tiempos hemos olvidado estas recetas, porque los fármacos de venta libre los podías encontrar en la esquina de tu casa y te prometen aliviar más rápido cualquier malestar.
Si bien la opinión más acertada siempre será la de un profesional, algunas veces puede ser bueno recordar estos consejos de abuela para aliviarnos mientras esperamos la opinión del especialista.
La receta que me envió para tratar este virus que se ha cobrado miles de vidas es: en tres litros de agua hervir por quince minutos, cuatro dientes de ajos, dos cebollas limpias trozadas, tres limones trozados con cáscara, un kion de cuatro centímetros pelado, dos cucharadas de miel de abeja tomar entre dos a cuatro vasos al día. Vaporizar el eucalipto e inhalar el vapor poniéndose una toalla.
Para terminar, ha llegado la hora de la solidaridad, la realidad es ésta, estamos frente a una pandemia mundial, y no va a cambiar porque nosotros queremos, desconociendo el derecho de los demás, jugando con el miedo de nuestra gente.
Tenemos que sacar enseñanzas de esta crisis, tenemos que volver a vivir como hermanos, desterrar el individualismo el miedo al otro, nos preocupa nuestro bienestar, ayudemos todos a que éste virus no llegue a Huallanca; con civismo, responsabilidad, y respeto.
Me es difícil imaginar hasta qué punto podemos resistir un clima de indiferencia, de desconfianza, de extrema desigualdad, muchas de estas consecuencias ya se están haciendo visibles ojala no avance. ¡QUE DIOS NOS CUIDE.!