Desde mi ventana II
Rolando Húbner Marcos Picón
Es difícil escribir ahora en que el mundo está en guerra con un enemigo, que no se ve, astuto y muy letal. Son apenas las siete de la noche, un silencioso vacío se ve en las calles; todos en Huallanca están acatando el estado de emergencia que el gobierno ha decretado: silencioso, vacío, fantasmal son las calles parece que todos se hubieran ido, estoy caminando por el jirón Comercio rumbo a mi casa y lo único que veo son uno que otro perro callejero a la distancia se escucha el sonido de los patrulleros, de pronto alguien saca la cabeza desde su ventana, con miedo y susurra.
Estoy en la “tierra hermosa, rica y generosa”, pueblito hermoso donde el sol y la luna y las estrellas las puedes contemplar desde cualquier punto, donde en tardes de lluvia y sol los arco iris tiñen de hermosos colores su cielo, donde hoy más que nunca se respira aire con aroma a hierba, a eucalipto, cedrón, donde el olor a pan caliente se siente en sus calles, lugar de hombres y mujeres de campo que labran la tierra, viven de ella, teniendo como testigo de sus días a Dios y al cielo.
Y desde mi ventana contemplando las gotas de lluvia como si fueran lágrimas del cielo; hago algunas reflexiones y falencias que como pueblo tenemos. Desde que nos vendieron la idea de libre mercado y se endiosó al mercado como solución todo poderosa; desde que alguien nos dijo vale más quien más tiene, o quien más compra, o los pueblos que tienen más construcciones de cemento y arena, aunque estos en muchos casos no sirven para nada, y recordamos; nos olvidamos, dejamos sin piedad que se reduzcan nuestros presupuestos de sanidad; dejamos que muchos de los profesionales de salud nombrados para Huallanca se fueran a otras ciudades con presupuesto y todo; nos olvidamos de mejorar nuestros servicios básicos. Se invirtieron millones de soles en obras superfluas, mientras nuestros niveles de desigualdad se elevaban, y como en la ley de la selva avanza quien paga más; hoy un virus nos ha vuelto a la realidad y nos ha mostrado que no somos nada.
El covid-19, nos está obligando a mantenernos en casa como única estrategia exitosa para evitar infectarnos, mientras el virus se va propagando hay gente que está sacando sus peores miserias: como el egoísmo, la indiferencia, el acaparamiento, el atropello, la calumnia, la propagación de noticias falsas que lo único que ha hecho es incrementar el miedo.
En estos momentos la única vacuna que tenemos son el aislamiento y la solidaridad, son acciones que buscan el bienestar común, tenemos que buscar eliminar la indiferencia, y acudir a quienes más lo necesitan, quienes son más vulnerables, o a quienes están en peligro.
Es momento de que los apoyos para palear de alguna manera la paralización de la actividad productiva, apoyo enviado por el gobierno bono de 380 soles, los cien mil soles para ser distribuidas en víveres, y de la empresa privada como Antamina las mil quinientas bolsas con artículos de primera necesidad, lleguen realmente a los que más lo necesitan.
Y nosotros en esta reclusión forzada, reflexionemos en silencio o con palabras, este tiempo puede sacar lo mejor o peor de nosotros; ojalá salga lo mejor, ojalá se encienda nuestra creatividad para enfrentar al mundo que nos ofrecerá después de este encierro; habrá muchos cambios, van a venir épocas más duras y difíciles; pero nuestra creatividad, nuestra solidaridad hará que salgamos adelante.
Es momento de imaginarnos un mundo mejor y trabajar para que sea posible, un lugar más justo, equitativo, generoso, más hermoso, un mundo realmente libre, y estamos seguros que esta película que no es película de terror ni de ciencia ficción no se extenderá; que los actores al final celebren y el público en las butacas festeje porque llegó a su fin, porque estamos vivos porque podemos volver a abrazarnos; nuestra tarea quedarnos en casa hasta que los actores principales los que están poniendo el pecho, levanten la mano de victoria y nos confirmen que todo ha acabado.