jueves, 17 de mayo de 2018

Yo opino:

Lo que el tiempo se llevó
Rolando Húbner Marcos Picón
En los últimos tiempos en Huallanca muchas de nuestras costumbres, tradiciones, usos, ritos y hábitos de nuestro pueblo se han ido perdiendo. Quizás por la mundialización y las diferentes formas de comunicación, el interactuar con gente de otros territorios, la llegada de gran cantidad de migrantes en busca de trabajo, o traídos como votos golondrinos para beneficiar a algún político, y la salida de una gran cantidad de huallanquinos a las grandes ciudades a labrarse un mejor futuro o buscar para sus hijos una educación de calidad.

Todas estas circunstancias han motivado que adoptemos otras costumbres; debido a la influencia que nos trasmiten los medios de comunicación, o porque está de moda, adoptamos costumbres ajenas o queremos modificar lo nuestro; haciendo que perdamos identidad cultural, ya que con el tiempo, éstas han pasado al olvido, lo hemos dejado de lado, para dar prioridad a lo que no es nuestro, a lo que no nos pertenece.

Las pequeñas acciones, costumbres y rutinas que hace tiempo conformaban el día a día local, sin darnos cuenta o sin que nadie diga nada, han ido quedando en el olvido, han desaparecido; nuestros jóvenes ya no la conocen, el tuma  tuma”, el  “hoy por ti mañana por mí”; la reunión con los vecinos para escuchar por radio un partido de fútbol o una pelea de box; el compartir con los vecinos el platito de chicharrón, el lonchecito de las cuatro de la tarde. Hoy somos una sociedad cada vez más individualista,  las reuniones con los vecinos ya no se acostumbran, ahora parecemos desconocidos.
Muchas de las costumbres y tradiciones se han ido perdiendo con el paso de los años, y la nueva generación de jóvenes ya no los va a conocer.

Saben quién fue Juan Nepomucemo, en el año 1832, cuando el Asiento Minero de Huallanca con campamento en el barrio de Carmen Alto, decide declararse como Pueblo, fue nombrado patrono junto a la virgen del Carmen, y se celebraba con dos tardes taurinas.

Se fue con el tiempo el armar los palcos para las tardes taurinas, las barreras que servían como refugio a los aficionados o improvisados toreros; se fue el torero del poncho de lana, del que salía con la colcha, con el pañalón de la esposa o con la casaca, se fue Chimu Zelaya, para dar paso al torero de traje de luces con capote y muleta; hoy hasta los niños tienen capotes para jugar; se fue el arreo de los toros bravos con briosos caballos, se fue el caballo cutucho cría de la yegua mora para tirarme la sentada en la puerta de Estacha” desde las lejanas estancias; se fue Sapcha Vargas; se fue de nuestras calles el juego de los niños montados nuestros caballos de palo de escoba trayendo al matrero; hoy tenemos la encerrona o pamplonada, y como todos se iban también se fueron los toros bravos cuneros, como “Rompe poncho”, “Manzanillo”, “Naranjito” “El solitario” “Relámpago” “Huagaycóndor”, y llegaron los de casta “Reportero”, “Cantellano” “Navajito”….etc. Están desapareciendo los arrieros a chicote, los lazeadores, porque ahora se curan a los toros bravos en mangas, el masticar la hoja sagrada de la coca como pago al cerro o jirca porque estamos dejando de creer; los rodeos hechos con pircas de piedra, están siendo remplazados por ruedos taurinos.

El tiempo seguía pasando y de la Fiesta de los Negritos se fueron los” “shonshuras  venidos de paramongara  tomandora cervezara”, y  llegaron los negros modernos más vanidosos y lujuriosos, cambiaron el sombrero gáchira de paja, por el sombrero chalán, la pañoleta por la corbata, las cuadrillas de diez parejas, pasaron a cuadrillas de quince o veinte parejas, se incrementaron la cantidad de osos, y aparecieron personajes nuevos en la cuadrilla como el corochano, gorilas, y Papá Noel.

Pero también está escaseando la buena educación del respeta para que seas respetado, modales cortesía son conceptos que están pasando a la historia, el nombre de Huallanca tierra rica hermosa y generosa debe preservar su significado, para vivir como hermanos, integrarnos, valorarnos, confundirnos en un abrazo, y trabajar juntos por el bienestar común.

Se fueron los serenateros cargando sus guitarras y sus inspiraciones, aquellos que cantaban todita la noche al pie de los balcones de la mujer amada, desaparecieron las cartas de amor, los poemas, los silbidos para que salgan los amigos; hoy existe el mensaje de texto, wassap, correo y muchos más que sirven para comunicarnos pero sin mirarnos a la cara.

En el campo social se ha perdido el concepto de familias sólidas, la buena costumbre de comer juntos diariamente, de compartir vivencias y creencias, de rezar en familia antes de dormir, nos hemos vuelto solitarios y nuestros líderes políticos nos han mostrado la podredumbre moral al que estamos cayendo.
Se fueron las recomendaciones de mamá: “Saluda al entrar, despídete cuando te vayas, dar las gracias, pedir por favor, ceder el asiento a los mayores o a las damas, sacarse las prendas de la cabeza cuando entramos a la iglesia, para comer, o por respeto ante nuestras autoridades, o personajes respetables, mirar el rostro de quién está hablando, dejar pasar primero a las mujeres, escuchar sin interrumpir, no hablar todos a la vez”. 

Ojalá podamos volver a lo último que escribo a esos tiempos dorados de respeto, de valores éticos y morales, tenemos que recuperar el Huallanca solidario para que prevalezca la solidaridad, el amor, la justicia,  la honestidad, la verdad, la reunión con nuestros vecinos, el compartir y el saludo amable.