lunes, 12 de diciembre de 2016

Yo opino:

NEGRITOS DE HUALLANCA
Rolando Húbner  Marcos Picón
No soy tan antiguo como muchos creen, pero cada vez que intento escribir sobre nuestro tradicional baile de los negritos, los recuerdos llenan mi mente y no sé cómo empezar,  los sentimientos hacen palpitar más fuerte mi corazón, los ojos se me humedecen, y todo ello paraliza, la nostalgia de querer sacar del fondo de mis recuerdo lo vivido, la fe en el niño Jesús, en el Manuelito, en el  Tayta Dios; los días de unión y paz familiar mostrado por todos los integrantes de las cuadrillas de negritos.

Esta Navidad, Año Nuevo, y Pascua de Reyes, nuestras calles serán invadida por destacadas cuadrillas de negritos; espero  como todos difundiendo la auténtica, la real, y la original, vestimenta; para mostrar al visitante la elegancia, la prosa, la hermosura, de nuestra tradicional baile, que seguro estoy estarán amenizadas por sonoras bandas de músicos.

Quizás salga el sol, estará nublado, o incluso puede que llueva, porque ya es su época, pero cuando comience a sonar la banda de músico tocando el tradicional baile de los negritos, todos queremos bailar, todos queremos aplaudir, y seguros queremos ver una quebradita exigiremos prosa,  o escucharemos un silbido emocionado, habrá mucha gente, muchos visitantes; muchos huallanquinos regresarán desde lejos con la nostalgia con el pecho henchido de emoción por el reencuentro con amigos y familiares por su fe en el niño Manuelito, ese niño que llenará nuestros corazones de paz, amor,  y mucha fe.

Esa fe que mueve montañas, se hace y vuelve costumbre, y muchos dirán:  yo vuelvo porque quiero recordar a mis antepasados, a los hombres que en las minas dejaron sus vidas en busca del tesoro que otros se llevaban; vuelvo porque quiero recordar , a los terratenientes, mineros, agricultores, arrieros, y pequeños comerciantes, a esos hombres de piel curtida, yo vuelvo para ver a nuestros negros vestidos, con botas de cuero marrón, el pantalón de montar, las casaca de cuero negro, las campanillas, el sombrero de paja, las pañueletas de seda que lleva en el cuello, el fuete o chicotillo de cuero trenzado, los guantes negros de cuero; vuelvo para contemplar la belleza de la mujer huallanquina representada por la dama o mallica, la elegancia del patrón con traje impecable, representando al poderoso hacendado,  al dueño de las minas, o al acaudalado ganadero.

Alguien dirá yo vuelvo a ver al “shonshura” “llegadora de Paramongara” “tomandora cervezara”, o yo vuelvo para todos bailar confundido en el pachahuallay, pero ,sobre todo, yo vuelvo para adorar al niño Dios porque antes que todo el baile de los negrito es una danza religiosa.

Yo vuelvo por ver la elegancia de los bailantes de los negritos. El día central, con pantalones blancos, con cotones bordados con hilos de oro y plata, sombreros de paño bordado y plumajes, con guantes blancos, zapatos negros, con campanillas; por ver a la mallica lucir hermosos  vestidos al estilo colonial que resalta aún más la hermosura de la mujer huallanquina, al patrón o patirón con un elegante traje, pañueleta a la espalda, y corbata que contrastan con el vestido de la dama; por las bandas de músicos que se presentan uniformados con trajes elegantes y ver la emoción en los rostros de todos quienes observan ver las principales calles invadidos por la elegancia de nuestras cuadrillas de negritos; vuelvo porque es cuando todos nos confundimos en un abrazo fraterno que nos recuerda que somos hermanos, somos huallanquinos.

 Alguien dirá, yo vuelvo porque quiero escuchar esa música melancólica del ultimo día, que nos anuncia que la celebración está terminando y la cuadrilla de negritos se presentan con pantalones negros, con cintas de color naranja o amarillo, con bastones torneados; para saber quién es el nuevo caporal, para ver la mudanza, o para ver bailar el tradicional y contagioso baile del serrucho o para bailar juntos el aywullach. 

Yo vuelvo por todas estas cosas juntas y porque aún estando  lejos te he soñado Huallanca, y en mis sueños me he visto bailando por tus calles,  confundidos entre todos porque la fiesta es del pueblo.