Los cambios de camiseta
Rolando Húbner Marcos Picón
Las próximas elecciones regionales y locales, reeditarán seguramente, la conocida historia de los cambios de camisetas o lo que a nivel nacional llamamos los tránsfugas. No puede ser de otra manera. La falta de partidos políticos y las enormes deficiencias del sistema, hacen que la disputa electoral en nuestro pueblo no sea una contienda de posiciones, programas, vocación de servicio y doctrinas; sino de acomodos y reacomodos personales, donde el cambio de camiseta está determinado por las mejores «oportunidades» de cada aspirante y la posibilidad de la lista que representa tiene de llegar al poder.
Lo que ocurre en nuestro medio es que no hay partidos y casi siempre las agrupaciones se juntan solo para un proceso electoral y son inorgánicas, sin doctrina y sin planes de gobierno a largo plazo, Ocurre en los movimientos regionales y locales, pero también en los denominados «frentes políticos locales», en los que la diferencia está solo en las dimensiones.
No es secreto que estas organizaciones «frentes políticos locales» son tan inorgánicas como las que actúan a niveles regionales o locales. Además, tenemos que sumarle las malas costumbres de algunas agrupaciones que se benefician de los denominados votos golondrinos –ahora se requiere una permanencia no menor de tres años y estar registrado en la RENIEC local para elegir y ser elegido–, pero se ha hecho muy poco para limitar la participación de algunos candidatos que en cada elección se presentan con una nueva camiseta pese a que muchos de ellos juraron lealtad a sus partidos o movimientos políticos.
Los cambios de “camiseta política”, dicen que es su derecho, que pueden cambiar de parecer, que los partidos que los postularon no son lo que parecen y por tanto tienen derecho a cambiar, pero en su condición de candidatos, nos dijeron por su santa madrecita que ellos eran luchadores sociales, que estaban junto con la pobreza y los más pobres llegaron al poder se olvidaron de sus promesas, de sus compromisos y hasta quisieron quedarse en el poder, pero no lo olviden el poder corrompe el poder absoluto corrompe absolutamente.
Hoy buscan su re-elección y qué nos dicen ahora: “¡perdon!”, no hemos hecho nada, pero hemos aprendido, ahora sí, por mi madrecita voy a luchar por los derechos de los comuneros, de las comunidades, por los más pobres; ahora sí voy a hablar, por los jóvenes, por las madres voy a ayudar a matar la pobreza, ahora sí hermanos vamos a trabajar para que todos tengan los servicios básicos, y hasta nos juran que Huallanca será provincia y por fin con ellos se dará la delimitación territorial definitiva de nuestro pueblo” ; nada más falso y mentiroso.
La comedia se complica cuando los representantes de las comunidades, de la sociedad civil o de alguna institución en cuanto son elegidos se desligan de sus respectivas instituciones, y se acuerdan de ella, solo en época de campaña electoral o cuando pretenden justificar sus errores confiados en que como pueblo y ciudadanos siempre olvidamos rápido la gestión de un alcalde, o de nuestras autoridades, pero quienes tenemos memoria no podemos olvidar tan fácilmente hechos y actos que dañaron la imagen del pueblo.
Los partidos y movimientos políticos locales y regionales, tienen serios problemas para representar los verdaderos intereses de la población, porque no tienen ninguna articulación con las organizaciones y gremios locales. El sistema es perverso porque se necesita dinero para la campaña y no tenemos sistemas de control para averiguar en qué condiciones se han conseguido los recursos para invertirlos en el «negocio» de las elecciones. Entonces, si las elecciones son negocio, hay que recuperar la inversión de cualquier manera: tal vez con empleados y asesores fantasmas, quizá con viajes de negocios pagados con nuestra plata, la plata de todos los huallanquinos, o también comprando y vendiendo favores. Ahora mismo para las elecciones regionales, están buscando candidatos con lupa. ¿Y ahora, a quién llamamos? ¿Dónde está el pacto de caballeros? ¡No se oye padre!
El ambiente electoral va continuar calentándose. Las acusaciones fáciles compiten con agravios e insultos entre unos y otros candidatos. No todos, es cierto. Algunos autoproclamados y convencidos ellos mismos como los mejores, nos muestras sus sonrisa sarcástica creyéndose los más capaces, se exige que en la lista de candidatos este un representante de las comunidades, de los jóvenes y la lista debe ser tripartita, ¿algo ha mejorado con este sistema?; creo que no.
Será mejor que los elegidos respeten a sus electores y permanezcan en los grupos para los que fueron elegidos; de otra manera estarán cometiendo delito contra la fe pública y de los electores, ¿no les parece señores candidatos?