sábado, 16 de noviembre de 2013

Opinión:

Reflexiones por aniversario
Rolando Húbner Marcos Picón

En este nuevo  aniversario de Huallanca , debemos reflexionar en la suerte que nos tocó haber nacido en esta hermosa tierra, donde el cóndor vuela; agradecer al Divino habernos permitido vivir, criarnos, desarrollarnos, en el que pasamos nuestra niñez, adolescencia, juventud; donde vimos crecer a nuestros hijos, jugar corretear, por los mismo lugares donde años antes nosotros lo hicimos, a contar los cuentos, los mitos y leyendas que nuestros padres y abuelos nos contaron.

Esta tierra de risas y llantos, de lealtades y traiciones, de sinceridad y egoísmo; de desprendimiento como el mostrado ayer por los jóvenes trabajadores de la minera Antamina en apoyo a un compañero de trabajo; y ambiciones, tierra de certezas y dudas, de realidades satisfechas y sueños truncos, de virtudes y defectos, de envidias y alegrías, de amistades eternas, concretas y traiciones descubiertas.

Por los sueños hechos realidad, y los hechos pedazos, por las esperanzas compartidas y proyectar el futuro; por grandes tardes de toros y por tardes de toros mansos; por nuestros días de bailes de las cuadrillas de negritos, por nuestras tradiciones; por nuestras punas frías donde el arriero galopa al son del chusco; por esas noches de serenatas, de huaynos de amor y decepción, del testigo eterno la luna; por sueños realizados y muchos por realizar.  ¡  FELIZ ANIVERSARIO HUALLANCA !

Ojalá no seamos testigos de que en nuestro pueblo, casi todo se arregla con visitas, acuerdos y negociaciones bajo la mesa; que la crisis de nuestra clase política sea pasajera, que nuestros representantes y funcionarios deben estar al servicios de nuestro pueblo y velar por los intereses locales, respetando el derecho que todos los huallanquinos nos merecemos y no queremos representantes con doble moral.


Ojalá pueda la política ser entendida como una vocación de servicio y nuestros representantes puedan ser designados  de acuerdo a su capacidad  y honestidad.
Ojalá mi pueblo no acepte la corrupción como una cultura y no aceptemos como legal los famosos dichos “no importa que robe, pero que haga obras”, “aquí no pasa nada”,  y quienes son denunciados por presuntos actos de corrupción se instalen en el cómodo lugar de la impunidad, esperando que el pueblo olvide.

Es hora de preguntarnos ¿Qué pueblo queremos? Y también es necesario reflexionar ¿Qué pueblo tendremos? Si permitimos que unos pocos, no precisamente los más honestos ni los más éticos, impongan sus voluntades a la mayoría. En realidad no quisiéramos dictaduras que quieran perpetuarse en el poder, lo que necesitamos es que predomine la razón y el entendimiento ¿será posible?