Cuando la fiesta termina
Rolando Húbner Marcos Picón
Tal vez esto suene a pesimismo: ¿Se está acabando el boom minero? ¿Nos afectará la caída del precio en los principales metales?. El llamado ciclo del boom minero que se iniciara el 2006, que tuvo una breve pausa en el 2008 en medio de la crisis internacional, provocó no sólo un alza de las utilidades para las empresas mineras, sino también en una serie de beneficios económicos, que como pueblo minero hemos sido parte del reparto de la torta de este gran momento que vivió el sector minero.
Los últimos anuncios hechos de la paralización de importantes proyectos mineros en la zona de Huallanca, como Atalaya (Ishpaj) de la Minera Santa Luisa e Hilarión (Chiuruco) de Milpo, no hacen más que confirmar el fin de la fiesta. Ante estas noticias, cabe preguntarse ¿Qué dejó el boom minero para nuestro pueblo? ¿Cómo fueron direccionados los importantes tributos pagados por la minería?, ¿Cuál fue el principal aporte para las zonas de influencia directa a las empresas?. Son cuantificables las obras, el boom minero fue positivo más allá de las utilidades y las sobre ganancias generadas para las compañías mineras.
El gobierno central preocupado por la paralización de importantes proyectos mineros a nivel nacional ha tomado una decisión apresurada al exonerar de la consulta previa, al menos, a 14 proyectos mineros que están en exploración. Este tipo de actitud ilegítima, desde todo punto de vista, lo que van a propiciar es la compra de conciencia de los principales líderes locales e institucionales, y van a promover el incremento de la corrupción, dándole a las empresas licencia para la contaminación ambiental en contra de los que menos tienen; cuando su actitud debe de ser de promotor de un verdadero diálogo entre los pueblos, las empresas y el gobierno.
Si bien es cierto que la bonanza minera ha significado un importante aporte para el desarrollo, también es cierto que esta enorme cantidad de dinero no se haya traducido en bienestar para toda la población, y queda el descontento que los principales problemas sociales como los servicios básicos aún quedan sin ser solucionados.
Ahora que todo indica que la época de las vacas gordas está llegando a su fin, debemos preguntarnos: Qué hacer; las consecuencias inmediatas serán la reducción de los ingresos por canon y por lo tanto menor disponibilidad de recursos. El fin de este ciclo de bonanzas y de fiesta, nos obliga a repensar como pueblo las proyecciones y propuestas para los próximos años; es lamentable que no hayamos sido capaces de invertir en forma correcta los importantes ingresos que con la bonanza hemos tenido y hoy a decir de los expertos parece que la fiesta está llegando a su fin.