LA MANO QUE LLAMA
(Cuento)
Prof. Francisco Gómez Pérez (*)
Cirila era una joven agraciada y
voluntariosa que, siguiendo las inclinaciones de su corazón, amó con pasión a
Jovito; joven también de buenos modales y aspecto gallardo.
Los padres de Cirila, siguiendo las
costumbres antiguas, concertaron el matrimonio de su hija con Samuel; hombre
entrado en años, viudo y lisiado de la vista, pero poseedor de considerable
número de ganado vacuno.
Cirila, al tener conocimiento del
compromiso de sus padres manifestó con toda franqueza su desagrado. Los padres
lo tomaron como ocurrencia de niña mimada y abrigaban la seguridad de que,
consumado el matrimonio, tendría que conformarse y amoldarse a su nueva
situación.
El día designado para el matrimonio,
cuando todos los preparativos estaban listos, Cirila, aprovechando un descuido
de sus padres, fugó de su casa paterna y se encaminó hacia Ucrucancha, residencia de su amante.
Los padres salieron en su persecución,
Cirila llegó fatigada a la orilla del río Ishpag, frente a Ucrucancha.
Introdujo los dedos a la boca y dio un silbido prolongado, a la manera de los
pastores de esta región, después llamó: ¡Joviii....tooo.... ¡ . La llamada no
fue escuchada por estar ausente Jovito. En cambio, las olas del río se
encresparon y contestaron en quechua.: ¡ Shamuy ...... ¡ (ven).
Cirilla dirigió la vista hacia atrás y
viendo a sus perseguidores que se hallaban a muy corta distancia, volvió a
llamar: ¡ Joviii.....tooo! y volvieron a responder las olas: ¡Shamuy! Llena de inquietud se fijó en la corriente
del río y sintió irresistible atracción.
Temerosa de ser capturada y fascinada
por la atracción de la corriente, se introdujo al río y desapareció. Sus
perseguidores corrieron con el propósito de salvarla, pero llegaron tarde y no
consiguieron ni el cuerpo inerte.
Desde ese funesto día, en las noches
silenciosas de los movimientos de luna, se escuchaban un silbido prolongado y
algunos minutos después un llanto triste y entrecortado. Las personas timoratas
se abstuvieron de caminar por esos parajes durante las noches.
Algún tiempo después, cuando las aguas
del río bajaron su volumen, una niña que caminaba por esos lugares vio una mano
que emergía del remanso y hacía movimientos de llamada. Atemorizada corrió a comunicar
a sus padres.
La noticia se propaló rápidamente; se
reunieron muchas personas, fueron al lugar indicado y contemplaron asombrados
la mano que, impulsada por la corriente, hacía movimientos de llamada.
Aunque el miedo sacudió todos los
corazones, algunos se introdujeron al remanso. Allí encontraron el cadáver de
Cirila encajado entre dos pedrones, con su brazo levantado y el cuerpo
completamente desnudo. En la cintura conservaba un pañuelo fuertemente atado
que contenía un envoltorio con cinco monedas grandes de oro y un estuche de
plata con el retrato de Jovito.
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(*) El autor fue Director de la antigua
Escuela N° 393 (hoy 32226)-Huallanca-Año 1948.
FUENTE: Revista “ECOS DEL 393”
-1952-Director: Raúl Córdova Alvarado.
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Edición N° 139 – 08/04/2024
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