La gota que derramó el vaso
Rolando Húbner Marcos Picón
Como se sabe Antamina
es un complejo minero polimetálico, que se encuentra ubicado en el distrito de
San Marcos, provincia de Huari en la región Ancash, a 64 km. del distrito de
Huallanca, y a una altitud aproximada de 4300 msnm.
Antamina fue reconocida
y premiada como la mejor empresa en “Desarrollo sostenible” en “Responsabilidad
Social y Gobierno Corporativo” y el “Premio
a la Responsabilidad Social Empresarial” con su proyecto ALLY MICUY; estos
reconocimientos fueron entregados a las empresas asociadas que destacaron por
apoyar al desarrollo de sus comunidades vecinas y desarrollar las mejores
prácticas sociales y ambientales.
Lamentablemente parece
que todo los galardones no son compatibles con la realidad o como lo percibe la
gente; las protestas ocurridas estos
últimos días en los pueblos (San Marcos, Huari, Pichiu, y Huallanca) de su zona de operación o de
influencia directa, manifestando su
descontento por el sistema de evaluación en el programa “Beca más Progreso”,
parece que fue la gota que ha derramado el vaso. La población reclama y con
justa razón una serie de compromisos, que la empresa no ha cumplido hasta ahora;
compromisos que llevan años en una espera que ya desespera.
Esta pandemia nos ha
llevado a una crisis no solo de salud, sino también a una crisis económica, y nuestros
“socios estratégicos” (las empresas) tienen que cambiar sus políticas y tener
una mirada más amplia a su alrededor, que el objetivo de la minería no solo sea
la obtención de grandes ganancias, sino que esto incluya el desarrollo de su
entorno, de la gente que vive a sus alrededores, para buscar colaborar en el
desarrollo de los pueblos de su zona de influencia.
No es posible, teniendo
muchos jóvenes esperando por una oportunidad laboral, y hablo no solo de
peones, sino también de profesionales técnicos y universitarios; la empresa
contrate personal de zonas más alejadas, ¿Por qué?
Después de la crisis de
salud que nos ha tocado vivir, la crisis económica es la otra pandemia que se
viene padeciendo, lo que corresponde al sector empresarial; es no solo
redefinir sus propósitos, o tener buenas intenciones, sino liderar junto a
nuestras autoridades la reactivación económica sostenible de los distritos y
provincias donde se encuentra ubicado sus operaciones y proyectos mineros,
necesitamos que el concepto de responsabilidad social empresarial no sea solo
una utopía.
Lo que hoy necesitamos
es de autoridades innovadoras, empresarios o mejor aún que los ejecutivos de
las empresas dejen la comodidad de sus sillas, en sus lujosas oficinas, y
buscar ser ya no en el papel el socio estratégico del desarrollo sostenible de
los pueblos, sino en la práctica. Hoy
más que nunca, necesitamos liderazgos v{alidos que promuevan este cambio, nos
necesitamos todos y tenemos que dejar nuestro papel de espectadores para convertirnos
en actores principales de esta gran obra que es el desarrollo de nuestro
pueblo, que oportunidad laboral para los jóvenes no sea solo una frase bonita,
sino que se convierta en un sueño que sea real, cuantificable y medible cada
año, para hacer realidad este sueño necesitamos de responsabilidades
compartidas, entre empresas, autoridades, jóvenes, para elaborar juntos el plan
de desarrollo de nuestros pueblos.
Jóvenes: en la vida
algunas veces se gana, en otras se aprende, nunca se pierde, recuérdenlo;
reclamen, no dejen que nadie les robe este derecho, pero tampoco dejen que
nadie les convenza que somos enemigos si no pensamos igual, ni que protestar es
de extremistas o de resentidos. Porque si ustedes no lo hacen nadie más lo hará,
reclamen, hagan escuchar su voz, por muchos años hemos callado y vivido una
ficción llamada “boom de la minería”; pero en realidad somos un pueblo
dolorosamente fracturado, dividido, inundado de oportunistas, con cientos de
jóvenes que buscan empleo.
Una empresa minera no
va solucionar el problema de empleo en Huallanca, pero creo que cuatro empresas
mineras si pueden intentar hacerlo, ¿no les parece?
Lamentable los
liderazgos que mienten, engañan, polarizan y dividen a un pueblo ya
fragmentado, donde se ha hecho común hablar de Huallanca y sus comunidades,
como si fueran pueblos distintos, como si fuéramos enemigos; olvidándonos que
somos un pueblo cosmopolita donde todos tenemos los mismos derechos,
responsabilidades, y no son nuestros enemigos, son los nuevos huallanquinos,
somos hermanos, tenemos los mismos sueños, compartimos la misma visión y
pensamos en el bien común.
Vergüenza quiénes
aprovechan el momento para sacar beneficios personales, o de quiénes están
usando esta protesta como trampolín para sus aspiraciones políticas.
Por todo lo dicho, considero que es el momento de promover una mesa de diálogo, para revisar iniciativas, proponer proyectos desarrollo y alternativas con todos los actores, para poder ver a la minería como un aliado del desarrollo, compartiendo iniciativas que logre una actividad sostenible; ya no más reuniones estériles, de horas y horas de conversación sin llegar a un acuerdo concreto.