Huallanca les espera
Rolando Húbner Marcos Picón
“Cielo serrano el más bello”, canciones que uno aprende sin saber cuándo. Huallanca
Tierra hermosa y Generosa; pueblo que sabe mantener viva la herencia dejada por
nuestros antepasados, tradiciones que no sólo perduran sino que se están
engrandeciendo cada día más.
Quién no ha sentido erizarse los
vellos, un nudo en la garganta, o no ha sentido humedecer su mirada al ver a la
cuadrilla de negritos la semana pasada en Lima, Huánuco, Barranca y otros
sitios más bailado por nuestros hermanos. Por esos hijos huallanquinos a
quienes el destino los condenó a un autoexilio en busca de un mejor porvenir,
sin embargo seguro en todo estos lugares bajo las andas de la Virgencita del
Carmen han pedido se haga posible la promesa que un día hicieron al salir del
seno de nuestro pueblo “seguro que algún día volveré”.
Huallanca es hoy un pueblo que se
viste de gala para honrar el retorno del hijo amado, se vistió de ciudad para
agasajar a sus más ilustres visitantes, y este día quedará grabada en la
historia y en la memoria de todos como el día en que la devoción por la Virgen
del Carmen es el nexo de unión entre tantas generaciones.
Todos siempre terminamos
volviendo a la tierra donde fuimos felices, a esos rincones escogidos por el
destino, lugares que creímos iban a ser eternos; únicos ilimitados esos lugares
que uno no olvida y que sirven muchas veces como dosis de aliento para poder
continuar.
Así cuando vuelvan seguro
recordarán la iglesia matriz, la plaza de armas, la plaza de Carmen Alto,
muchos sus calles empedradas, cada vez más escasas ahora, recordarán su
juventud, andando de corral en corral o entre juegos y risas recordarán a
amistades que, nunca se olvidan días felices que parecían nunca acabarían,
nuestras tardes taurinas, noches de serenata, o acaso la hermosura de un nuevo
amanecer.
Pero yo les digo, en la plaza de
armas aún venden esos helados de leche hecho artesanalmente, todavía nos
reunimos amigos y familiares a tomar el lonchecito a las 4 de la tarde, en
nuestras pláticas recordamos aún a grandes aficionados al toreo, como Ildefonso
Martel, Feliciano Gamarra Espinoza, Oscar LLanos Reyes, Adalberto Espinosa,
German Barrenechea, Jorge Shera Gamarra, a Celi Pajuelo, a nuestro querido y
siempre recordado Cchimú Zelaya, aún se cuentan historias de domadores de toros
como Sapcha Vargas , Enrique Palacios
(mushura) y muchos otros más.
En noches de luna aún salen
nuestros jóvenes a dar serenatas o a cantar en la plaza de armas degustando del
famoso chinguirito para aplacar el incesante frio.
Aún nuestros atardeceres son
majestuosos, adornado por hermosos cerros o jircas como el San Cristóbal, Sagrapetaca,
Cachipata , o el Cuerno punta.
Todavía muchas veces contemplamos el vuelo de
los cóndores cual amos y señores manchan de negro el azul del cielo.
Aún en nuestras estancias las
serpenteantes aguas del rio o riachuelos sirven para aplacar la sed de los
toros bravos.
En las noches la luna alumbra las
calles y es testigo eterno de muchas historias de amor y desamor que nadie
escribe y que muchas veces quedan grabados en nuestras mentes o son guardados
en el rincón donde se guarda lo que desechamos.
Todavía conversamos de tardes de
toros en la “Bombonera” donde armábamos nuestros palcos al son de hermosos
huaynos interpretados por la bandas de músicos contratados `para la ocasión, se
cuentan anécdotas reales como algunos terminaban de armar sus palcos cuando la
corrida de toros ya había empezado.Ustedes se marcharon pero los que nos
quedamos seguimos tratando de conservar lo hermoso de nuestra tierra.
El éxodo comenzó en los ochenta
noventa fueron décadas donde lo mejor de la juventud huallanquina migró a las
grandes ciudades a no volver; pero uno
siempre vuelve a su tierra.
Aún en las tardes taurinas se
escucha nombrar a los toros, su procedencia, su comisario, a sus propietarios y
aun vemos a estos últimos cuando el toro es bueno henchido de emoción querer
entrar a torear.