La hora de las vacas
flacas
Rolando Húbner
Marcos PIcón
En Huallanca el inicio de un tercer
periodo de gobierno municipal, en la gestión del actual alcalde, trajo muchas
expectativas de cambio, sobre todo en los sectores más desfavorecidos, y en las
comunidades campesinas donde se encuentra las zonas más vulnerables de nuestro
distrito, y porque fueron ellos los que apoyaron con su voto este tercer
mandato; con la esperanza de cambio y de una mejor calidad de vida.
Aunque sea prematuro decirlo esta
perspectiva algo superficial por cierto de bienestar y de cambio, transcurrido
el tiempo no llega y los avances que el pueblo necesita se postergan uno tras
otro, y todo parece que volvemos a un aprendizaje realista de lo que es el
pueblo, sus problemas y sus falencias. Queda claro entonces que, lo que se
promete en campaña y lo que realmente se hace o se puede hacer una vez llegado
al poder son dos cosas distintas; quedando todo lo prometido en campaña, en eso
de promesas bonitas y falsas.
Las promesas no cumplidas o las que
olvidan una vez llegado al poder, nos muestran ya un modo reiterado de actuar
en la política local, sola que esta vez pensábamos que la época de las vacas
gordas, alimentadas principalmente con los tributos mineros llámese canon
minero, o sobre canon, nunca terminaría y creíamos que las obras podrían
continuar. Pero como todos sabemos la baja en los precios internacionales de
los minerales, la recesión en algunos países hicieron que las vacas comenzaran a enflaquecer, el canon
minero se redujo, menos presupuesto y con esto el desencanto de algunos, la
exclusión no va desaparecer, no habrán obras de gran impacto si continuamos
esperando el retorno de las épocas de bonanza y lo que si se está sumando es el
desencanto y la desaprobación por quienes nos dirigen.
Existen ya grupos donde la decepción,
el enojo, la incredulidad, es más notorio, y esto lo sabe el actual alcalde,
aunque es demasiado pronto para el desencanto y el fin de la luna de miel, lo que sí está claro es que
somos un pueblo más exigente o nos creamos demasiadas expectativas cuando nos
vende promesas de campaña, donde no todo lo que se dice se cumple ni es
cierto.
Qué deben hacer entonces quienes nos
dirigen: más esfuerzo, voluntad política, mucha imaginación, compromiso, tocar
puertas; llamar a los socios estratégicos, llámese minería, gobierno central, gobierno
regional, comunidades campesinas, asociaciones civiles locales, provinciales y
regionales; construir mesas de diálogo, buscar financiamiento, y tratar de
cumplir las necesidades básicas que como pueblo tenemos.
La ciudadanía necesita y tienen el derecho
de ver el esfuerzo que le ponen nuestras autoridades al trabajo por servir a
nuestro pueblo, para conseguir una ciudad para todos, donde los servicios
públicos funcionen, donde sea posible la convivencia en la diversidad de ideas.
Una ciudad limpia, donde se respete el medio ambiente y la salud de sus
habitantes. Una ciudad que apoye la cultura, la educación, y el deporte. Una
ciudad para todos; no para que unos pocos hagan negocios.
Con todo lo dicho, no considero que la
gestión municipal haya fracasado ya definitivamente, pero sí que se necesitan
urgentemente reorientar los modos y las formas de buscar financiamiento para
las obras públicas, porque bien dicen
que en el momento de crisis es donde salen las mejores ideas. Buena suerte.