A MIS AMIGOS
Por: Rolando Marcos Picón
Pasmado, incrédulo, nostálgico y hasta con una rabia
indescriptible por una noticia que la verdad no esperaba, no esperaba y aún no
puedo aceptar que ya no están entre nosotros, Luis Tello Jaramillo y Luis Jaime
Domínguez Márquez para todos los huallanquinos, Boy; dos jóvenes que nos dejan
un dolor muy grande en el alma, y no quiero decirles adiós porque no soy capaz
de asumir todavía que se hayan muerto. Donde quieran que estén, sea como sea
ese lugar ingrato de la muerte, espero algún día volver a verlos.
La gente dice frases como, “ya descansó” pero en este caso, ellos no estaban cansados, ni agobiados, ni enfermos físicamente, ni nada. Se le veía que estaba en el mejor momento de su vida. Eran hombres leales y agradecidos. Tenía una gran sabiduría de la vida y lo bonito es que la compartía con los demás.
Unos días antes de que sucediera, estábamos hablando con Boy precisamente de las cuadrillas de los negritos, y exigíamos prosa a los bailantes, recordando épocas de baile y lo felices que fuimos ejecutando nuestro tradicional baile de los negritos; de lo agradecidos que estábamos por habernos librado de tantas y tantas veces de las estupideces que hicimos años atrás entre bromas juegos chistes y alguna ocurrencia.
LUIS TELLO
Después de verte ayer partir rumbo al
camposanto el que será tu última morada, entre flores y lagrimas de los que más
te quisieron, el dolor incomparable de tu madre al cargarte por última vez nos
destruye el alma con un dolor que se siente muy dentro de nosotros, me han quedado
unas pocas certezas.
Ahora sé que es estúpido un mundo capaz de
gastar toneladas de dólares en armamento mientras el cáncer es capaz de devorar
a las personas rectas: a ti te consumió por las ramas de la vida en apenas unos
meses, pero ayer tenías el rostro sereno y parece que ni la enfermedad ni la
indignidad de los dolores han podido desarbolar los mástiles de tu fe: debajo
de los párpados guardabas el rostro de un Dios visto el instante primero tras
la muerte.
Ahora, después de verte serio y sereno,
durmiente y definitivamente abrazado por la túnica de la cofradía de la Noche
Oscura, sé que lo único que importa es vivir con la decencia de hacer las cosas
que el corazón manda hacer. Frente a este impulso de la generosidad, ¿qué
importan los títulos o las honras? Nada.
Lo que me pone a pensar, es que la vida se va, y de un momento a otro te lleva sin preguntar si quieres ir o no, pareciera que arriba están reclutando deportistas para jugarse una pichanguita, de aquellas que muchas veces jugamos porque no comprendo sino porque se van ustedes dos.
"Algo se muere en el alma, cuando un amigo se va, y se va
dejando una huella que no se puede borrar".