El Niño de Doña Rosa
Omar Llanos Espinoza
Por los años 50 del Siglo XX, doña Rosa Llanos Andrade tenía en
Huallanca la imagen del “Niño Jesús”, que para diciembre era clásico armar el
“nacimiento” para la adoración de los Negritos, en su domicilio del Jr.
Comercio (hoy Hotel Rinconcito Huallanquino); costumbres del pueblo que en
muchos hogares representaban el advenimiento del hijo de Dios.
En cierta oportunidad Enrique Alarcón Picón, flamante sobrino político
de doña Rosita, fue requerido para ayudar a “armar” el referido nacimiento; pero él se negó por
tener que viajar urgente a Llata (Huamalíes) llevando caballos para venta.
Viajó muy tranquilo, ya en el hospedaje de Llata, las acémilas ingresaron a un
corral con pastizales. Cuál sería la
sorpresa al día siguiente, Enrique se despertó asustado cuando sus ayudantes le
dieron aviso que no habían los animales. ¿Dónde están?
Muy preocupados, todos a buscar: Por aquí, por allá; no hay los
caballos, ¿se lo han robado?, ¿se han escapado?, ¿dónde estarán?; buscaron por
todas partes y no encontraron. Muy desalentados retornaron a Huallanca sin las
acémilas que los dieron por perdidos. Ahora, cómo avisar a don Federico
Alarcón, padre muy enérgico y severo; luego de algunos días, otra vez
viajan a Llata para de seguir buscando los cuadrúpedos.
¡Oh! sorpresa para Enrique, en el mismo corral que anteriormente
pernoctaron allí estaban los caballos; qué había pasado. Según explica doña
Rosita que, fue el mismo Niño Jesús que escondió los animales por la
desobediencia de Enrique al no ayudar a armar el “nacimiento”.
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