Cuando Huallanca se hizo ciudad
Rolando Húbner Marcos Picón
Cuando sucedió todo
pasó como en un amanecer; mi pueblo se hizo ciudad. Ocurrió, no hace mucho
tiempo. ¿diez años? ¿quince años?; es difícil saberlo.
Fue como en un lento atardecer
de verano de julio o agosto cuando el sol no quiere irse para dar paso a las
noches estrelladas donde el firmamento nos invitaba a contar las estrellas o
buscar en ellas a las más luminosas.
Lo antiguo y lo moderno |
Fue cuando, en las tiendas y
en las casas dejaron de sintonizar sus radios y escuchar las noticias por “Radio
Unión” , “Radio Ovación”, o “Radio Huallaga”; cuando nuestros abuelos dejaron
de salir a las bancas de la plaza de armas, a charla de política, deporte, o de
los aconteceres cotidianos; entonces no sé si fue antes o después que el cóndor del centro de la plaza de armas
voló a no volver, seguro al sentirse solo o cuando desterraron al héroe de la guerra con Chile o
al héroe de la bandera, Aparicio
Pomares, de nuestra plaza para olvidarnos de lo que fuimos o porque no supieron
por qué estaba ahí.
Jr. Comercio - antes |
Fue cuando en las puertas y zaguanes de las casas
dejamos de ver amarrados los caballos, burros y mulas, y nuestras calles
comenzaron a llenarse de automóviles, de camionetas y motos, se asfaltaron las
calles, y se tuvieron que hacer rompe muelles para aminorar la velocidad de
estos vehículos que no respetan a las personas.
Pero este pueblo un día fue
niño, nos pertenecía a todos, podías entrar y salir a cualquiera de los
corrales; hoy todo tiene dueño, está cercado, y no puedes pasar, Es que hoy
somos ciudad, nuestro pueblo se desarrolló y creció tan rápidamente como en un
amanecer, pero el olvido que borra todo lo que toca, no puede borrar el amor y
la generosidad de su gente, ni la hermosura de sus paisajes; por eso es
necesario darnos una "vueltecita" por sus calles para refrescar los recuerdos de
aquellos días en que fuimos muy felices, aunque muchos de nosotros no lo
sabíamos. Y ahí están, en el mismo lugar de siempre, como si el cielo, desde su
inconmensurable silencio, nos dijera acá
estoy y siempre estaré aquí y que hay cosas que no cambian por más que pase el
tiempo.
Jr. Comercio - hoy |
De pronto, uno se siente
invadido por imágenes, de días felices, de llantos, de risas, palabras o
sensaciones del ayer de canciones y noches de serenata. Se da cuenta de que no
es un mero ejercicio de la memoria, ya que, acompañando esos trazos de vida
vivida, amanecen vagas emociones que parecen instalarse definitivamente en
nuestro interior. Ocurre entonces que de aquellas emociones imprecisas
despierta un enorme sentimiento que cubre todo nuestro ser con su presencia, y
muchos seguros sentimos humedecer nuestras mejillas. Es como si de golpe todo
el pasado vivido quedara resumido en esa estampa agridulce. Como si el tiempo
se atorara con el único propósito de meternos en la encrucijada de ser lo que
ya no podemos ser.
¡Feliz aniversario, Huallanca!