martes, 26 de enero de 2016

Yo opino:

 Elecciones Presidenciales - 2016
Rolando Húbner Marcos Picón

Hasta el día de hoy la oferta política es nula, por ahora solo hemos escuchado acusaciones, insultos, sonrisas bonitas, saludos, los cambios de vestimenta, por el momento estos son nuestras opciones para poder escoger a un presidente en el 2016.

Lo que  vemos venir es un desfile de 19 candidatos a la presidencia. Donde los cinco primeros son personajes oscuros, con juicios por resolver, acusados de robo, corrupción y con un pasado nada santo;  pero son también quienes tienen la mayor posibilidad de ganar;  son también a quienes la prensa le da más cobertura.

Con este pobre menú, donde quienes tenemos el poder de elegir sólo miramos a los primeros de la lista y no miramos más abajo , aunque las mejores opciones, los nuevos o lo más rico del menú esta del seis para abajo, entonces es inevitable que se vuelva a repetir la historia, solo que corregida y aumentada.

Nos acercamos a un proceso electoral y viendo a los candidatos y a la decadencia moral al que hemos llegado como si hubiéramos sido atropellados por el infortunio, donde tenemos 19 candidatos a la presidencia y 2500 candidatos al congreso;  pero donde la prensa sólo nos informa de los cinco o seis primeros de la lista.

 Hablamos de corrupción y nos preguntamos ¿será esto el reflejo de la sociedad en que vivimos? Es lamentable que habiendo en este país personas capaces, honradas e inteligentes, no se pueda tener líderes de altura.

Con estas opciónes de “tener que elegir al menos malo”, “al que roba pero hace obras”, “todos roban”, “o a quienes se cambian de camiseta en cada elección haciendo las sumas y restas personales” es ya inadmisible, tener que escoger entre propuestas políticas mediocres, con campañas políticas llenas de promesas falsas, bailecitos de los candidatos, con financiamientos oscuros, personas ya conocidas por su falta de integridad moral, sin principios y con trayectoria de corruptela. Esto  nos ha llevado al caos que vivimos.  ¿Y así pretendemos que este país cambie?. Es terrible que ellos mientan, pero es peor aún  que la gente les crea.

Que si la oposición puede hacer algo… ¿Cuál oposición? Ya no sabemos quién es de izquierda, de derecha, de centro, socialista, neoliberalista o capitalista; todos están mezclados,  un día está acá mañana allá. Si todos ellos son amigos entre sí, se reparten la torta, hacen componendas, se sientan juntos a reírse de nosotros. Esta misma gente no debe llegar al poder, porque son un cáncer que tiene al país agonizante y a punto de morir.

 Es por eso que en esta campaña política, más que  los discursos bonitos, tiene que producirse una ruptura con la corrupción, el clientelismo, la impunidad, la demagogia y las mentiras, y por esa vía diferenciar los electores quien puede merecer nuestro voto.

 No cabe duda que las leyes que tenemos protegen esta putrefacción y premian a los políticos, quienes al salir del poder, terminan enjuiciados con juicios que prescriben o son blindados por el poder político que nos dirige. O simplemente se retiran a disfrutar de los millones que han logrado hacer en su gestión.

Por eso a las personas quienes han formado parte del Gobierno no les interesa invertir en  educación, para que el grueso de la población siga siendo ignorante y por lo tanto se les pueda seguir manipulando y ellos seguir haciendo una fiesta con el dinero del erario, sin que nadie los cuestione.

Ya no se debe permitir entrar a los espacios políticos a los mismos de siempre, personas sin escrúpulos y dinosaurios de la política peruana a quienes no muestran compromiso, con el pueblo y lucha por el bienestar de todos;  sino que tiene intereses personalistas y de grupo y   saben que saldrán del poder con la etiqueta de “multimillonarios”.

Es necesario y sano que aparezcan rostros nuevos, ideas frescas y renovadoras. Profesionales en verdad, limpios, valientes y que tengan una vida personal y empresarial exitosa, para acabar con el monopolio de politiqueros corruptos perpetuados en el poder de este país, rechazar el sistema de complicidad que se ha instalado en la vida pública parece que no tiene remedio y que la corrupción, aceptada tanto por quienes la practican, como por quienes la toleramos parece que ya no es una regla,sino una regla.

viernes, 15 de enero de 2016

Yo opino:

Cuando los huallanquinos 
celebramos nuestras fiestas

Rolando Húbner Marcos Picón

Un año más que se fue, el fin de año todos los huallanquinos, desde distintos puntos del país, sólo pensamos en regresar a la tierra que no viera nacer. Allí donde la lluvia, el frio y las temperaturas extremas  moldearon un paisaje único;  todos la llaman “tierra  hermosa, rica y generosa”.

En nuestras casas, como es tradicional, todos confeccionamos hermosos pesebres, prodigios de la imaginación en medio de luces, adornos, plantas silvestres, y entre nevados valles, pampas y cataratas nos imaginamos el paisaje de Belén donde ha nacido el Niño Dios, y que estos momentos sean de unión para todos.

En lo más tierno, nostálgico, alegre y contagioso, de nuestra expresión popular está la música y danza, de nuestro tradicional baile de los negritos. Desde estas líneas va mi reconocimiento, y felicitación a cada uno de los caporales de las siete cuadrillas de negritos; tres en Navidad, dos en Año Nuevo, y dos cuadrillas de niños el seis de enero en la Pascua de Reyes; por la forma impecable que se han presentado cada una de las cuadrillas de negritos, claro está, cada una con sus características bien marcadas.

Las cuadrillas iban llegando uno a uno al jirón comercio, con pasos acompasados, elegantes, con la tradicional vestimenta del arriero, sombrero de paja con cinta roja, casaca de cuero negro, guantes de cuero, chicotillo de cuero trenzado, botas de montar, pantalón de montar; al son de la música del primer día, y el sonido de las campanillas marcaban el paso la vuelta y la gente aplaudía, algunos silbaban, otros hacían hurras, como: hey, hey, hey…otros,… prosa, prosa, prosa… y todos confundidos sentíamos que los pies y nuestros cuerpos se movían solos al son del bombo, nos olvidamos de la persistente lluvia y todos gozábamos de alegría.

Entonces a uno se le viene a la mente las épocas de bailante, la nostalgia de aquellos años se apodera de uno y empiezo a retroceder el tiempo; qué gratos recuerdos guardo en el disco duro de mi memoria, como es que la música y la danza puede unir a todo un pueblo, en un mismo ritmo compartiendo la misma melodía, en los oídos; entonces uno dice: ¡ Somos hermanos !.

Es que el baile de los negritos de Huallanca tiene un encanto especial, se baila por la esperanza, es alegría, se reza por la paz y la unión, renace el optimismo, es nostálgico hace llorar, nos hace gritar, invita al público a bailar porque emociona;  es que es nuestro, nos pertenece, hemos nacido escuchando su música, y desde niños hemos escuchado el sonido de las campanillas.

Lo que en verdad saboreamos los huallanquinos en estas fiestas es su esencia espiritual, la alegría del reencuentro con amigos y familiares, la melancolía los abrazos, las sonrisas, el dolor y las lágrimas por los ausentes, pero todos nos confundimos en abrazos prolongados, y en un”… ¡prosa, prosa, prosa… ¡ o tal vez en un, … quiebra, quiebra, quiebra”;  Así es Huallanca y su gente.

La persistente lluvia no pudo restarle el brillo la alegría, ni quitarnos la prosa a los bailantes, tampoco pudo opacar la belleza de la mujer huallanquina representada por hermosas mallicas(damas), con hermosos vestidos coloniales y un derroche de belleza, juventud, alegría, y mucha prosa,  la lluvia pasó a segundo plano, nos olvidamos que llovía y continuamos bailando, continuaron las hurras, los silbidos, y muchos perennizaron estos momentos en hermosas estampas  fotográficas tomadas con sus celulares y cámaras de video;  quedarán para el recuerdo.

Pero de todo esto me quedo con la estampa folklórica de la cuadrilla de niños de la Pascua de Reyes, qué tal elegancia, prosa, la emoción de los padres; la vestimenta  hecha a su medida; niños desde los 4 añitos bailando en las cuadrillas. Realmente, qué hermosa  es Huallanca.